EL EFECTO DE LA
TRANSVERSALIDAD DE LA COMUNICACIÓN Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL GRADO DE
TURISMO
THE
EFFECT OF THE TRANSVERSALITY OF COMMUNICATION AND EMOTIONAL INTELLIGENCE IN THE
DEGREE OF TOURISM
Almudena BARRIENTOS-BÁEZ [1]
David CALDEVILLA-DOMÍNGUEZ [2]
Eduardo PARRA-LÓPEZ
[3]
José Alberto MARTÍNEZ-GONZÁLEZ [4]
Recibido
Aprobado |
: : |
22.11.2021 01.07.2022 |
Publicado |
: |
11.07.2022 |
RESUMEN:
El
objetivo fundamental de este artículo es conocer aquellos elementos
comunicativos que pudieran facilitar la relación empresa
turística-universidad-estudiantes-públicos. Este trabajo se realiza a partir de
una pormenorizada revisión bibliográfica y un análisis de estudios recientes
que determinan los parámetros-base de la investigación y los aspectos legales
que sientan las exigencias públicas del título desde las instituciones y los
legisladores. La principal conclusión que se extrae derivada del estudio
realizado es que la nueva política educativa debe abarcar competencias que
impliquen tener una formación global en control y gestión de habilidades
emocionales tanto propias como ajenas.
Palabras
claves:
Comunicación; Inteligencia emocional; TIC; Política educativa; Turismo;
Empresa; Universidad
ABSTRACT: The fundamental objective of this article is to know those elements that
could facilitate the relationship of tourism
company-university-student-publics.
This work is carried out from a thorough bibliographical review and an
analysis of recent studies that determine the parameters-base of the
investigation, with a small base of support in the legal aspects that lay the
foundations of what is publicly required of the degree from institutions and
legislators. The main conclusion that is drawn from the study carried out is
that the new educational policy must include competences that imply having a
global training in control and management of emotional skills when not of
emotions themselves, both their own and those of others.
Keywords: Communication; Emotional intelligence; ICT; Educational policy;
Sightseeing; Company; University
INTRODUCCIÓN
La Ley Orgánica de Educación (LOE), que ordena las
cuestiones relativas al grado de Turismo en España, determina cuál es el marco
de desarrollo de competencias indispensables para los egresados en su desempeño
profesional posterior a la capacitación académica. Siendo reseñable la ausencia
de atención a la inteligencia emocional como complemento necesario de éste, se
detecta como un complemento que es entendido por su valor en áreas no
superiores del gremio educativo (Cruz Cruz, 2014;
Jiménez Pérez, 2018).
Para establecer un escenario concreto, Barrientos-Báez
et al. (2020) definen Universidad como la institución pública o privada de
formación superior, formada por diferentes elementos que se interrelacionan
entre sí en torno a un sistema abierto, dinámico y con capacidad de adaptación
a los cambios que se suceden en la sociedad. Ésta se gestiona a través de la
gobernanza, la cual tiene carácter de omniabarcante,
interdisciplinario y sistémico por naturaleza; además es polisémico, siendo
utilizado en múltiples entornos, ya sean académicos, políticos, económicos,
sociales, etc. (Ganga-Contreras, 2005; Ganga-Contreras et al., 2017;
Ganga-Contreras y Núñez, 2018; Ganga-Contreras et al., 2019; Acosta et al.,
2021). La gobernanza afecta a los servicios que presta la universidad, las
empresas con las que colabora, las personas con las que se relaciona y las
infraestructuras de las que se sirve; es decir, impacta en cada una de sus
funciones y relaciones.
Tomando en consideración los aspectos previamente
citados, es evidente que instituciones como las universidades tendrían que
basar su reconocimiento general en su capacidad o especialidad: tanto para la
enseñanza de profesionales como para la investigación aplicada y de base
(Janeiro et al., 2013).
Así, la inteligencia emocional constituye un elemento
de valor que no puede ser ignorado en la planificación de estudios de tipo
superior. Sobre todo, en grados que suponen, a la finalización y aplicación de los mismos, la necesidad de contacto prolongado y positivo
con grupos de personas de origen y circunstancias variadas. Referido tanto a
los diferentes segmentos de clientes y consumidores, como al público general,
proveedores, autoridades, etc.
La competencia profesional turística implica un juego
de capacidades de competencia emocional y habilidad social que el discente
tendría que adquirir o al menos estudiar en el aula, permitiéndole un mayor
conocimiento sobre la gestión de las emociones y las necesidades de los grupos
de personas citados anteriormente y las sociedades en sus respectivos momentos
coyunturales.
El Turismo se muestra especialmente tendente a la
especialización en la búsqueda de cubrir las volubles/veleidosas necesidades de
sus heterogéneos públicos. Ello lleva a concebir nuevos productos turísticos
para superar el concepto primigenio de turismo de masas, sol, playa y terraza:
buscando satisfacer más nichos de mercado y diversificando la oferta (Caldevilla-Domínguez et al., 2019).
Suberviola (2011) y Jiménez-Morales (2009) investigan
este terreno del conocimiento, para establecer una correlación entre el papel
desempeñado por la formación superior y el resultado académico obtenido, parejo
a un mejor desarrollo psicológico (Padrón López y Sánchez de Gallardo, 2020; Mustafina et al.,
2020). Algunos (Ciarrochi et al., 2001; Extremera y
Fernández-Berrocal, 2003; Sánchez et al., 2008; Trinidad y Johnson, 2002)
sitúan al profesor universitario en el papel de guía que aporte los
conocimientos necesarios sobre gestión de las emociones de propios y extraños
previa capacitación de los mismos mediante su
formación y carrera como docentes.
Es preciso mejorar la oferta académica para que este
grado universitario se adapte a las nuevas necesidades de servicio personal,
capacidades sociales, deontología, heterogenia étnico-social (mediante la
inteligencia emocional) y TIC (por causas de usabilidad). Hecho que debiese ser
abordado en España y otros países por parte de los generadores de la política
educativa. Es por ello por lo que la inteligencia emocional y las TIC en la
creación de planes de estudio del grado de Turismo son las temáticas
principales del presente artículo.
En relación con las TIC, son las aplicaciones móviles
(APP), las que suponen un instrumento muy prometedor en el contexto del
servicio pre & post venta en cada área de actividad. Teniendo especial
importancia para la captación y retención del público más joven, que es usuario
precoz y generalizado de ellas. Por las mismas razones, el acceso a las redes
sociales tiene similar valor, además de la posibilidad de crear comunidades de
prosumidores/turistas de segunda generación (2.0) en torno a APP concretas y
especializadas (Barrientos-Báez et al., 2017).
Caldevilla-Domínguez et al. (2020) sostienen que esta
esfera digital de comunicación puede alcanzar el nivel de autenticidad de la
comunicación humana previa, permitiendo una vuelta al modelo original de
“esfuerzo colectivo y creador” que lo caracterizó. La comunicación digital es
cada vez menos impersonal y permite la gestión emocional de grandes públicos.
Lo consideran tanto un desafío como una oportunidad, en el sentido de
actualización de la formación en Turismo con respecto a las citadas nuevas
necesidades de la industria. Mediante una creciente y estrecha colaboración
entre el sector universitario, el sector público de carácter turístico y las
empresas afines para establecer sinergias en pro del mejoramiento de los
recursos humanos disponibles y el avance académico (Lillo-Bañuls, 2009).
Extremera y Fernández-Berrocal (2003) y Lopes et al.
(2005) por ejemplo, han probado que un mayor nivel de inteligencia emocional
desarrollada permite a las personas una mejor capacidad para ser felices, con
una predisposición asociada a probar cosas nuevas y triunfar, siendo relevante
anotar sus aplicaciones, por ejemplo, en rehabilitación (Tarazona Meza et al.,
2020).
METODOLOGÍA
Este trabajo consta de una revisión literaria, con
vistas a la búsqueda y recuperación de datos relevantes a la aplicación de la
formación en inteligencia emocional y TIC en la creación de planes de estudio
del grado de Turismo. Para el caso, han sido consultadas diversas fuentes en
materia de TIC, inteligencia emocional y mercadotecnia del sector turístico en
libros, artículos, revistas científicas y estudios relacionados. Los criterios de
búsqueda de información incluyeron: estudios, artículos, monografías, etc.,
publicados desde la acuñación del concepto de inteligencia emocional. En
español o inglés y con acceso abierto al texto completo. Los criterios de
exclusión incluyeron artículos de carácter no académico o científico: artículos
de opinión, o material de acceso informático producido por el usuario sin base
en experticia. La estrategia de búsqueda se sirvió de descriptores de ciencias
sociales, TIC y competencias emocionales relevantes para el objeto de estudio.
Las fuentes y bases de datos analizadas son investigaciones y publicaciones
científicas-académicas con resultados empíricamente demostrados y contrastados.
Se acudió a Dialnet y repositorios de diferentes revistas especializadas en
Educación y Comunicación, sumando un total de 60 referencias de carácter
internacional unidas a autores de trayectoria científica-profesional relevante.
RESULTADOS
Haciendo referencia al objetivo del trabajo y
siguiendo la línea de investigación de Niño González y Linares Herrera (2020)
coincidimos, además, con otros autores en el terreno de la educación, como Gallego-Gil y Alonso-Catalina (1999) en afirmar que los estudiantes
con competencias emocionales desarrolladas muestran una actitud más positiva
hacia el aprendizaje. También una predisposición más resiliente hacia la
frustración y el estrés: incluso al inducido por los exámenes. Lo que les
permite ceñirse mejor a sus objetivos y confrontar con más energía estos
obstáculos inherentes al proceso de enseñanza-aprendizaje.
Desde el sector privado son considerables en número
las compañías que dedican dinero y horas de trabajo a formar a su personal en
términos de inteligencia emocional. Ello sucede porque distintas entidades de
esta esfera de relación han corroborado que su personal necesita conocer y
dominar sus expresiones emocionales, pero también sus emociones en sí. Así como
tener las herramientas necesarias para comprender las emociones y expresiones
de los clientes, proveedores y socios.
Gardner (1983) ya adelantó que existían distintos
tipos de inteligencia- en distinto grado- en las personas. En concreto llegó a
definir a los individuos en función de esto, clasificando ocho tipos de
inteligencia: lingüística, lógico-matemática, kinestésico-corporal, espacial,
musical, interpersonal, intrapersonal y naturalista. Afirmando que entraba
dentro de lo perfectamente posible que, por citar un estereotipo clarificador,
una persona demostrase una habilidad sobresaliente en el campo de las
matemáticas, y aun así ver dificultado su éxito y existencia por una pobre
capacidad para comunicarse. Llevando años más tarde a la posibilidad de
perfilar al alumnado sobre este criterio (Salas y García, 2010; Esteves Fajardo
et al., 2020).
A cargo de Salovey y Mayer (1990) corrió la definición
de las inteligencias interpersonal e intrapersonal, haciéndoles crear el
concepto de inteligencia emocional que sería popularizado posteriormente por
Goleman (1995) que puso este nombre por título a su obra convertida en un best seller a nivel mundial. Desde entonces se inició un
proceso que llevó a que, desde hace más de una década, este constructo de
Salovey y Mayer desempeñe un rol cada vez más protagonista a nivel social en la
vertiente de su formación. Sin embargo, este papel no se ha visto correctamente
reflejado en la educación superior universitaria, donde no existen asignaturas
de especialización en la materia. Con salvedades notables como las apuntadas
por Niño González et al. (2017).
En la educación universitaria, discentes y docentes
llevan a cabo el ensayo general de una obra que debería representarse en la
vida posterior a la educación: mediante planes para incentivar competencias
emocionales que redunden en un mayor rendimiento laboral por sinergia de
habilidades en el nivel social. La correcta traslación de estas capacitaciones
al aula universitaria sería determinante para facilitar semejante aprendizaje,
en una habilidad humana que, como muchas otras, se puede entrenar.
Barrientos-Báez et al. (2019) define a la Inteligencia
Emocional como la de la capacidad de controlar y gestionar positivamente las
emociones propias y ajenas, en un escenario cualquiera, donde se producen experiencias
y cambios como parte del proceso de aprendizaje personal. El nivel de exigencia
del mercado laboral turístico se está acrecentando y reclamando una mayor
demanda de trabajadores formados y con experiencia o práctica, con sus propias
capacidades desarrolladas de inteligencia emocional. Por el papel que juegan en
evitar el surgimiento o enquistamiento de instancias de frustración, respuestas
negativas ante la adversidad y otros escenarios de potencial conflicto que son
sensiblemente mejor manejadas con personal cualificado en materia de Educación
Emocional.
En los últimos años, el Turismo como área de actividad
ha experimentado una gradual transformación que ha resultado en una
significativa metamorfosis del mercado asociado a nivel global. También como
consecuencia de la crisis económica, la conflictividad político-social, la
pandemia global de la covid-19, todo ello sumado al cambiante entorno de
competencia que rodea al sector y que tienen su reflejo en la aplicación de TIC
que se fundamentan sobre softwares complejos -según las características del
medio, acorde a lo publicado por Alonso Alonso, 2010
y Martínez-Sala et al., 2019) y que se configuran en el mundo de la Academia a
través de conceptos como el de la educomunicación
(Rodríguez García, 2017) y en su aprovechamiento para un mejor posicionamiento
de la comunicación de la institución universitaria (Ferrer-Serrano et al.,
2020; Martínez-Cardama y Pacios,
2020).
Jensen (1999) creía que lo que el consumidor adquiere,
lo que le induce a gastar es la compra de “sentimientos, experiencias e
historias” que le son provistas por su relación única con la empresa: única
siempre que en ella intervengan las emociones de modo positivo. Lo que lleva a
la creciente demanda de personal con capacitación emocional para afrontar e
identificar los sentimientos propios y ajenos (Hochschild,
2003). En este sentido, estas emociones, historias y experiencias se están
transformando en una parte relevante e integral de los destinos ofertados por
las empresas del sector. Unas empresas cuyo rendimiento en el mercado las ha
colocado en una posición muy visible a nivel social y académico
(Barrientos-Báez et al., 2018). Así, se presenta perentoriamente el imperativo
de determinar mediante análisis qué nuevos factores y estrategias proveen de
seguridades en cuanto a la competitividad de las empresas y como afirman Burgos
Videla et al. (2020) la crisis actual es un toque de atención para que las
universidades e instituciones educativas se sitúen a la vanguardia de las
reformas ineludibles que deben ejecutarse para volver a construir sobre
cimientos más resistentes y cooperativos. Se han creado mercados adicionales
para este sector: vinculados a la observación de la naturaleza, al
romanticismo, a los viajes familiares, la vida en lujo y el viaje de
descubrimiento. Testimonio de la importancia de la atención personal y
deferente por parte de todos los estamentos de la compañía que este público
exige en lo tocante a sus necesidades y deseos. El fin último es colmar las
expectativas del viajero, creando una mayor percepción de cumplimiento de las mismas: con los efectos igualmente aumentativos que ello
tiene en la posibilidad de retorno del cliente y en la imagen de la empresa y/o
marca.
De vuelta al plano educativo del problema, para
Maroto-Martos y Cejudo-García (2010) el Espacio Europeo de Educación Superior
(EEES) y el Plan Bolonia, suponen uno de los más notables avances para ayudar a
los estudiantes del grado universitario de Turismo a adaptarse y superar las
complejidades surgidas de la voluble y constante evolución a la que el sector
se encuentra abocado. García-Manjón y Pérez-López (2008) apuntan asimismo a que
este contexto académico tendría que bastar para que los docentes de estos
grados adquieran las competencias primarias para su exitoso desempeño laboral:
incentivar la iniciativa, la creatividad y el emprendimiento; adopción efectiva
de las TIC dentro del flujo de trabajo y relación con el cliente, y aplicación
de conductas éticas y valores corporativos, entre otras.
Martínez-González (2012) analizando los heterogéneos
enfoques que conllevan las competencias clave de la oferta académica en el
grado de Turismo, ofrece en comparativa las que fueron delimitadas por
Chinchilla y Torres (2002) y García-Lombardía et al. (2001). Concluyendo que la
titulación no incluye competencias directivas asociadas al mundo afectivo, es
decir, competencias de la inteligencia emocional: empatía, autogobierno,
gestión del estrés y autoconocimiento.
El fin último del grado en Turismo es formar a
profesionales en múltiples campos de conocimiento, con competencias generales y
capacidades para desempeñar actividades directivas relacionadas con el sector
turístico (Barrientos-Báez et al., 2020). Adaptado a las diversas titulaciones
que constituyen el Espacio Europeo de Educación Superior, el Grado está
dividido en cuatro cursos superiores que comprenden 38 asignaturas
cuatrimestrales en total (Formación Básica, Obligatoria y Optativa), las
Prácticas Externas y el TFG. El alumno debe adquirir las competencias
vinculadas al emprendimiento, necesarias para la correcta internacionalización
del negocio, el manejo de documentación legal y contable, idiomas y por
supuesto la negociación en un contexto culturalmente ecléctico: “[…] las
emociones y la sociología que se centra en su estudio pueden
aportar nuevos mecanismos
reguladores para convertir
el conflicto en consenso, o
la diferencia en
equidad” (Benítez Eyzaguirre, 2014).
Para alcanzar este objetivo, se recurre a la combinación
del rigor teórico mediante el recurso a fuentes y citas de autoridad
actualizadas, así como a estudios de caso sobre premisas reales. La cuestión
radica en que, dado el vínculo entre inteligencia emocional y competencia
profesional en el sector turístico, los enfoques teórico y práctico se hallan
efectivamente presentes dentro del programa del grado de Turismo.
Se considera pues, que dicho Grado incurre en un error
al delimitar su contenido excluyendo la parte de capacidades emocionales
importantes para el exitoso rendimiento laboral de los discentes: debido a la
importancia en el operar diario del autocontrol y la motivación para la
obtención y gestión del éxito. Siendo además herramientas de las que el alumno
puede beneficiarse a nivel personal.
En su estudio al respecto, Barrientos-Báez (2019)
arroja que, entre las áreas de Economía y Empresa, Sociología y Antropología,
Derecho, Geografía e Historia, Idiomas, Marketing y Ciencias Políticas que
integran el grado de Turismo, no existe contenido tocante a la inteligencia o
la competencia emocional. Pese a su carácter indispensable en el trato al
público. Barrientos-Báez et al. (2019) también señalan que este sector
posibilita a sus actores una interacción directa y versátil con su público
objetivo: llevando a una adaptabilidad dinámica a sus cambiantes circunstancias
y condicionantes, capaz de evaluar su satisfacción con el servicio, de prever
actualizaciones de mejora y publicitar su producto de manera directa y
bidireccional, en un ejemplo claro de relación entre educación, turismo e
Inteligencia emocional.
En cambio, el currículum se enfoca en torno al área de
Economía y Empresa (13 asignaturas), Geografía e Historia (8 asignaturas),
Idiomas (7), y Marketing (5). Con esta distribución se desprende que el
objetivo principal del curso se encuentra en las materias económico-contable,
geográfica y lingüística; con el currículum de marketing como responsable de
dotar a los egresados de habilidades de cara al desempeño profesional al
servicio al cliente.
Así pues, la Inteligencia emocional no cuenta con su
propio espacio académico dentro del Grado, pese a ser considerada hace ya
tiempo una innovación educativa en sí misma (Mira Agulló et al., 2017). Pero no
por ello se puede aseverar que la educación emocional carezca por completo de
consideración dentro de la materia existente. Marketing, Sociología, Economía y
Empresa son asignaturas orientadas a la mejor y más completa satisfacción de
las necesidades de un cliente dado. Desde esta perspectiva, se puede plantear
aprovechar el desarrollo emocional como herramienta de generación de valor. Así
como la de los departamentos de Recursos Humanos del sector privado de otorgar
un control emocional más ajustado por lo tocante al personal.
Se hace preciso que el estudiante obtenga su propio
juego de capacidades de servicio al cliente, porque existe la complicación
añadida de que se trabaja con consumidores que están de vacaciones o
disfrutando de su tiempo de ocio y esparcimiento. De modo que dichos clientes cuentan
con un trasfondo significativo que les produce la necesidad de producir
expectativas generadas anticipadamente. Por ello es tan importante el manejo
emocional cuando se trata con él de cualquier manera, al actuar como
facilitador de relación entre todas las partes.
Las tecnologías de la información y comunicación
también han tenido su impacto en este sector, y particularmente en la formación
que imparte el grado de Turismo. En este sentido, dicho impacto se resume en el
principio de utilizar y analizar las TIC en los distintos ámbitos del sector
turístico, que se traduce en el desarrollo consciente en el dicente de
habilidades concretas de empleo de las TIC y análisis de datos a ellas
vinculados, aplicados a heterogéneos aspectos del sector.
Un estudio de las Guías Docentes revela que buscan
dotar al discente de un conjunto de saberes relevantes para su aplicación de la
actividad en la industria turística, dejando, sin embargo, el constructo de inteligencia emocional en un plano
secundario, si es que está siquiera presente.
Es la naturaleza propia del sector de actividad
turística la que debe determinar, en función de los servicios demandados por el
cliente, la capacitación que debe recibir el discente. Es preciso, por ello,
aplicar técnicas de comunicación que engrasen las ruedas de la comunicación
entre los actores del proceso (Altamirano Benítez et al., 2018). Desafortunadamente, no se detecta en el
alumnado un desarrollo de capacidades emocionales comparable al de las
habilidades genéricas asociadas al sector.
Como se apuntaba anteriormente, las competencias que
se buscan potenciar en el estudiante se centran en la relación entre Turismo y
Tecnologías de la Información, con especial atención a su extrema
especialización en el ramo de actividad pertinente. Procuran formar en la
gestión de la explotación de los destinos de viaje potenciales o establecidos
mediante el asentamiento de un corpus de capacidades básicas. Así como el
conocimiento consciente de los efectos asociados a la explotación turística en
las sociedades y en las economías donde se desenvuelven (Mantini,
2012). En este sentido, la formación en todas estas materias deja poco espacio
para un desarrollo emocional-académico.
Habilidades psicosociales para el desempeño
profesional del Turismo es la materia que tiene un contenido más relacionado
con el tema, por incluir en su currículum los conceptos de motivación,
actitudes sociales, emoción, estrés y el grado de satisfacción de expectativas.
Sin embargo, cuando el grado se orienta hacia la capacitación en habilidades
sociales, lo hace en flagrante omisión de la diversidad como recurso
aprovechable, del concepto de ética de negocio aplicada o el impulso de cambio.
Cuando se orienta hacia capacidades personales, éstas tienen un peso específico
muy pequeño, limitándose a la capacidad de adaptabilidad, de innovación y de
iniciativa.
Una política universitaria moderna para este grado
debe moldearse de acuerdo con el mercado turístico real. Con un énfasis inicial
lógico en la capacitación de los docentes: de modo que sean capaces de emplear
de manera efectiva las herramientas comunicativas necesarias para transmitir la
materia y las experiencias con ella relacionadas a aquellos estudiantes que
vean la inteligencia emocional como un medio legítimo de ensanchamiento de sus
competencias profesionales. Todo ello a fin de hacer progresar y actualizarse
las capacidades que aportan valor a ambos lados del aula universitaria.
Con esta nueva relectura se redundaría en una mejora
de la calidad educativa que satisfacería de manera
más completa la demanda de profesionales de los empleadores, la de empleo de
los estudiantes y la de mayores competencias del profesorado.
CONCLUSIONES
La conclusión principal radica en que es un profesor
emocionalmente inteligente el que podrá proporcionar al estudiante la formación
que requiere en competencias similares e importantes para su futuro desarrollo
profesional y su presente desarrollo personal, como son: autocontrol, saber
cómo expresar sentimientos hacia los demás, reconocer y administrar sus propias
emociones y así como las de los demás. Ello supondrá mostrar habilidades
sociales empáticas, muy superiores a las tradicionalmente exigidas. Por todo
ello, el desarrollo de los recursos y herramientas de cariz emocional apuntados
a la capacitación del docente constituirían las primeras piedras puestas en el
edificio del nuevo sistema educativo del que España podría beneficiarse en gran
medida. Sobre estas bases, la imbricación de contenidos de inteligencia
emocional con características transversales sería menos compleja, y creará
promociones de graduados en sintonía con los requisitos del mercado laboral al
que van encaminados.
Evidentemente, en el momento de realizar este estudio,
el grado de Turismo no pone un énfasis notable ni en la capacitación TIC ni en
la emocional para sus estudiantes, dejando que parte de estas sean impartidas
en otros grados y necesitando, pues, de una revisión de sus contenidos en pro
de una cierta auto-suficiencia
de los discentes con los conocimientos que adquieren en la carrera. En el
presente contexto, el establecimiento de sinergias queda en manos de profesores
y profesionales, sin apoyo del entorno ministerial o universitario.
Las principales limitaciones de estas conclusiones
vienen dadas por el cambiante marco legal y educativo español, que puede llevar
a una desactualización fácil de varios de sus puntos y bases. Unido a la forma
en la que el contexto de la pandemia provocada por la covid-19 ha acelerado el
progreso de todos los sectores sociales transversalmente asociados con las TIC.
Provocando fenómenos que ahondan en la necesidad de una comprensión emocional
más profunda de las relaciones con los públicos: como por ejemplo la conocida
como “gran dimisión”.
El estudio puede servir como base para nuevos trabajos
que analicen la evolución de la importancia dada a la inteligencia emocional y
a la penetración de las TIC en el Grado y la práctica del Turismo. Así como
para estudios similares con un enfoque académico más amplio, o que den la
vuelta al concepto: buscando una mirada más concreta al modo y los casos en que
TIC e inteligencia emocional se emplean efectivamente en los sectores
turístico/empresarial.
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[1] Doctora en Educación. Universidad Complutense de Madrid, España. Email: almbarri@ucm.es. ORCID:
https://orcid.org/0000-0001-9913-3353
[2] Doctor en Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid,
España. Email: davidcaldevilla@ccinf.ucm.es. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9850-1350
[3] Doctor en Ciencias Económicas y
Empresariales. Universidad de La Laguna, España. Email: eparra@ull.edu.es. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0173-6146
[4] Doctor en Psicología y Doctor en Turismo. Universidad de
La Laguna, España. Email: jmartine@ull.edu.es, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3545-7946