Antecedentes de la educación superior mexicana: una
mirada al sector agropecuario del Estado de Sinaloa
Citlaly Yamileth
MARTINEZ CASTAÑEDA[1]
Francisco GANGA-CONTRERAS [2]
Ismael GARCÍA CASTRO [3]
Patricio VIANCOS GONZÁLEZ [4]
Recibido
Aprobado |
: : |
02.03.2022 30.06.2022 |
Publicado |
: |
11.07.2022 |
RESUMEN: En México, desde los años noventa la educación
superior se ha expandido y diversificado, generando una cantidad de egresados
de nivel licenciatura con tendencia creciente en todas las áreas, por lo cual
las ciencias agropecuarias no han sido la excepción. Esta investigación se
enfoca en analizar los antecedentes de la educación superior en México y
Sinaloa, particularmente en el sector agropecuario, durante el 2010 a 2020,
donde la matrícula de estudiantes se ha incrementado un 241 por ciento. La
metodología empleada es de carácter descriptivo, basada en el análisis y
sistematización de documentos, poniendo énfasis en la gobernanza universitaria
como categoría analítica. El comprender los retos de la educación superior en
la formación profesional implica reconocer la carencia de coordinación entre
los diversos sectores, la falta de vinculación efectiva y de estrategias
focalizadas en la inserción laboral, por ello el sistema de educación superior
debe ser proactivo ante los cambios generados por la revolución tecnológica e
impulsar una mayor inversión en investigación, ciencia y tecnología, mejorando
la formación de capital humano.
Palabras clave: Educación
superior, Gobernanza universitaria, Mercado laboral, Formación agrícola,
Oportunidades de empleo.
INTRODUCCIÓN
La educación es uno de los ejes fundamentales en el
crecimiento y desarrollo económico de un país, además de ser un articulador de
la cohesión social para obtener objetivos que fortalezcan el bien común. Ante
esto, las instituciones de educación superior se encuentran transformando los
procesos de enseñanza-aprendizaje, con el objetivo de dotar de competencias y
habilidades para desenvolverse en una sociedad compleja (Liesa
et al., 2020), más aún, la generación de capital humano que se constituya en
capital social es fundamental para generar mayores impactos no solo a nivel de
las instituciones sino del mercado laboral al interior de los países.
Las universidades tienen un papel primordial para la
formulación e implementación de políticas públicas en materia educativa,
económica y social. Su transversalidad es ineludible en el tratamiento de las
problemáticas de la llamada Cuarta Revolución Industrial o Revolución 4.0. El
impacto de esta revolución tecnológica en la educación es enorme y requiere
cambios en el pensamiento, las metas, el plan de estudios, los programas, los
métodos y los medios de las organizaciones docentes para conectar con la
Industria 4.0 (Ortiz Sobrino et al. 2019; Celaya et al., 2020; Hueso Romero,
2022); con el fin de exigir un aprendizaje permanente, dotar de nuevas
habilidades para cada nueva profesión o bien realizar una reingeniería de lo
existente, que permita fortalecer habilidades y competencias de los estudiantes
(Pham, 2021).
Las transformaciones están marcadas por los efectos de la
globalización, que traen consigo los vertiginosos cambios en los modos de
producción, como lo indica un estudio realizado por el McKinsey Global Institute en 2017, para el año 2030 más del 10% de la
población económicamente activa en México tendrá que cambiar de profesión debido
a las demandas de la revolución tecnológica (ANUIES, 2018, p.41).
Esto indica que no estamos ante un desempleo tradicional en
el esquema clásico de la economía, sino que es un fenómeno más complejo, donde
la incertidumbre, los bajos niveles de seguridad social, los salarios precarios
y contratos temporales son una constante, aunado al incremento en los niveles
de desempleo y subempleo, lo que impacta en la situación económica en México.
La educación superior debe estar preparada para hacer frente a los nuevos
retos, los cuales requieren una colaboración institucional transversal en el
verdadero cambio de modelo educativo.
Alain Touraine, reconocido sociólogo francés, en una
entrevista realizada en el año 2013, manifiesta que en la modernidad la
educación se enfrenta a dos caminos, opuestos y a la vez simultáneos:
Primero: mayor vinculación a la vida económica,
en el sentido de preparar puestos de trabajo, especialidades técnicas, etcétera
(Ser problemático).
Segundo: la educación tiene que dar una formación
en instrumentos generales — universales— de actividad intelectual, como conocer
bien el idioma nacional; tener conocimientos de informática, conocer el
contexto internacional, conocimientos culturales, sociales e históricos (Ser
proactivo).
En el mismo sentido, Cabrol y Székely (2012), argumentan que los nuevos escenarios marcan
una pauta y establecen un cambio en el paradigma educativo. Desde los años
cincuenta hasta finales de la década de los noventa, el interés de los
gobiernos fue aumentar la cobertura en el nivel básico; sin embargo,
actualmente, los retos han cambiado, la masificación ha generado que la
comprensión del entorno educativo, los componentes del sistema educativo, el
liderazgo, el financiamiento y mejora del aprendizaje (Khaled
y Jan, 2019) sean temas susceptibles de abordar desde una visión integral.
En este contexto, esta investigación busca analizar desde
una perspectiva teórica, los desafíos más relevantes de la educación en México,
colocando un acento particular en el sector agropecuario del Estado de
Sinaloa-México, para servir de insumo en futuras investigaciones en este campo.
Sinaloa se ha posicionado como un exportador de alimentos
agrícolas y pecuarios, destacando por las labores de las actividades primarias
y actualmente aquellas relacionadas con la comercialización de productos, estas
actividades económicas generan un interés para que los jóvenes se inscriban en
programas educativos de ciencias agropecuarias. En nivel superior, Sinaloa
muestra una cobertura de 53%, por encima de la media nacional (38.4%); no
obstante, también refleja altos niveles de pobreza en la región noroeste,
mostrando prosperidad en el desarrollo y su vez desigualdades. Analizar desde
esta perspectiva los antecedentes de la educación con el mercado laboral
permite comprender los cambios en la revolución tecnológica; así como las
acciones a realizar.
Para alcanzar el objetivo planteado, se realiza una
investigación teórica - documental de literatura gris, artículos científicos,
fuentes secundarias de información y datos de organismos especializados que
muestren evidencia para explicar la temática propuesta.
En general se puede concluir que, ante un escenario de
incertidumbre, inestabilidad y precariedad para los jóvenes en el ámbito
económico y el aumento en el número de egresados de nivel superior; las
universidades, el gobierno y el sector privado necesitan afianzar las acciones
transversales con objetivos de largo plazo en materia educativa, económica y
laboral, para lograr una articulación de los programas y políticas públicas
focalizadas. Dado que las prácticas profesionales son acciones que fomentan una
vinculación y una mayor adquisición de conocimientos para los jóvenes
universitarios, esto no es suficiente para consolidar un sistema dual que involucre
a todos los actores.
Los retos en el ámbito universitario deben ser posibles a través de una gobernanza universitaria efectiva, que involucre sistemas de evaluación y monitoreo con los diferentes sectores, acciones de vinculación que refuercen como objetivo primordial que los jóvenes adquieran experiencia en el ámbito agropecuario; así como políticas públicas transversales.
DESARROLLO
1.
Sistema educativo en
México
En las últimas cuatro décadas, el
Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2019) y el Banco Mundial (2019)
exponen un aumento de la matrícula global de estudiantes, la cual pasó de 33
millones de estudiantes en 1970 a 220 millones en 2017, Latinoamérica ha tenido
una tendencia similar.
Schwartzman (2020) argumenta que el
crecimiento en el número de egresados en educación superior se explica por la
expansión del mercado laboral, el cual ha brindado empleos bien remunerados a
personas más calificadas, generando que las universidades se posicionen como
instituciones orientadas al conocimiento contribuyendo de esta forma al
progreso, productividad y equidad de un país.
La educación superior se considera
uno de los principales impulsores del crecimiento a través de las conexiones
entre la universidad y la industria, la creación de una fuerza laboral de
calidad, el impulso a la innovación, la mejora de las habilidades profesionales
y el aumento en la empleabilidad, capaz de fortalecer el capital humano y
responder a la economía basada en el conocimiento de la Industria 4.0 (Fahim et al., 2021).
En la actualidad se han
identificado una serie de desafíos donde diversos países coinciden en esta
preocupación, Khaled y Jan (2019) señalan que en
Europa la asignación de financiamiento, el aumento de la cooperación, la mejora
del aprendizaje, el intercambio de conocimiento y el diseño de proyectos de
investigación son desafíos que se relacionan con las acciones del gobierno, la
sociedad, la economía y el actuar de las instituciones de educación superior,
donde la importancia de los graduados se vuelve primordial en la mejora de la
educación.
En Egipto y Jordania el alto
desempleo de graduados se considera como un desajuste entre las necesidades del
mercado laboral y el sistema de educación superior, para Assaad
y Salehi-Isfahani (2018) si esto funciona de manera
óptima las habilidades serán mejor impartidas por las instituciones de
educación superior (IES), al considerar que la formación del individuo también
guarda una relación con la formación y el empleo futuro.
Portugal tiene uno de los índices
de desempleo juvenil más elevados de la Unión Europea (UE), junto con sus
homólogos del sur de Europa. En 2013, la tasa de desempleo juvenil estaba por
encima del 30%, por lo cual las instituciones de la UE, los gobiernos y las IES
han implementado diversas estrategias como pasantías curriculares, para
favorecer la inserción profesional y el entendimiento entre teoría y práctica.
Aunque las variables socioeconómicas y la situación presente influyen en esto
(Silva et al., 2016).
Coherente con la línea de análisis,
Cohen (2018) sostiene que en Estados Unidos para el 2024 se proyecta la
desaparición de 339,300 empleos en los campos de la manufactura y la agricultura.
En este contexto, países como Israel implementó una política pública destinada
a dar forma a la educación superior basada en un modelo de financiamiento
diferencial para determinar las distintas tasas de subsidio otorgadas a las
diversas instituciones con una planificación en corto plazo, sin embargo, el
escaso número de ciertos profesionales y el exceso de otros es una realidad
latente.
Algunas universidades están
considerando la empleabilidad de sus egresados como un factor clave para su
desarrollo. En Sudáfrica se han implementado una serie de acciones, las cuales
han permitido identificar seis habilidades: análisis y pensamiento crítico;
compromiso; habilidades de comunicación; voluntad de aprender; resolución de
problemas y flexibilidad (Iwu, Mandyoli
& Magoda, 2018). Baldry
(2015, p.21) destaca la mejora de la orientación profesional y la calidad de la
educación como aspectos cruciales en el desempleo de los graduados.
En México, el estudio Higher Education in Mexico: Labour Market Relevance and Outcomes de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE, 2019), expone que el sistema educativo desde la
formación inicial hasta la educación superior ha experimentado un aumento
exponencial desde 1959, pasando de uno a treinta y seis millones de
estudiantes, con ello se aumentaron los grados de escolaridad hasta nivel
secundaria.
Posteriormente, en los años setenta las universidades mexicanas tuvieron como
prioridad dar mayor cobertura en este nivel, así en 1950 el sistema de
educación superior tenía 63, 900 estudiantes, en 1964 eran 116,600 y 194,100 en
1970 (Mungaray, Cuamea y
Castellón, 1994, p. 238), siendo una prioridad en ese momento la formación de
recursos humanos para el desarrollo económico del país, lo que dio como resultado
un mayor grado de escolarización de la población, dando pauta a un aumento de
la oferta y las instituciones que ofrecían servicios de educación superior.
Los estudios de la
Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior
(ANUIES, 2018, p.57), indican que, en la década de los noventa, el sistema de
educación superior contaba con 776 instituciones, las cuales atendían a 1.25
millones de estudiantes de licenciatura y posgrado, mientras en el ciclo
2017-2018 existían tres mil ciento ochenta y seis instituciones de educación
superior, con una matrícula de 4.6 millones de estudiantes. El crecimiento de
la oferta dio como resultado una diversificación de los subsistemas
universitario y tecnológico, así como universidades politécnicas e
interculturales, creadas al inicio del nuevo siglo. Con estas acciones el
gobierno otorgo la posibilidad de que más jóvenes continuaran con sus estudios,
incluso aquellos pertenecientes a pueblos originarios o regiones que poseen
características particulares, ubicadas en la cercanía de estos pueblos,
forjando un sistema de educación superior más incluyente.
Ante la diversificación
de los subsistemas de educación superior, la OCDE (2019), ha señalado que, en
el año 2015, se tenían los siguientes datos de México en comparación con el
promedio de esta organización:
✔
89% de los estudiantes estaban matriculados en programas de
licenciatura, frente al 61 % de la OCDE.
✔
4.5% de los estudiantes cursaban programas de técnico superior
universitario y profesional asociado, frente al 20.4% de la OCDE.
✔
5.9% de los estudiantes estaban inscrito en programas de especialización
y maestría, frente al 16% de la OCDE.
✔
Menos del 1% (0.9%) de estudiantes cursaban estudios de doctorado,
frente al 2.4% de la OCDE.
Mientras que para el ciclo 2016 –
2017, alrededor del 6% de estudiantes se matricularon en programas de maestría
y el 1% en programas de doctorado, según datos de la Secretaría de Educación
Pública y Cultura en 2017. Obteniendo una mayor matrícula los posgrados de administración
de empresas y derecho (37.8%), los programas de ingeniería solo alcanzaron un
8.1% y en ciencias naturales, matemáticas y estadística alcanzaron un 4.5%
(OCDE, 2019, p.23). Predominando el interés por los posgrados orientados a las
ciencias sociales y menos a los de ciencias agropecuarias.
Estudios realizados por
Planas y Medor (como se cita en Acosta, 2019) revelan
que los estudiantes de posgrado presentan un comportamiento distinto respecto a
los de nivel licenciatura, tanto en el ámbito académico como profesional, en
este último presentan índices bajos de desempleo, siendo el sector público su
principal empleador. Realizar afirmaciones sobre estudiantes de posgrado
constituye un reto porque es un campo poco explorado.
A nivel nacional, de 2010 al 2020
se visualiza (tabla 1) una tendencia negativa en las ciencias agropecuarias,
tanto a nivel de doctorado como maestría ha disminuido el ingreso de
estudiantes a programas educativos en esta área. Esto derivado de la reducción
del financiamiento que se ha dado en la educación superior; así como a las
políticas implementadas, las cuales en el sexenio actual (2018-2024) han puesto
mayor énfasis en la política social, en detrimento de áreas como educación,
investigación y desarrollo.
Tabla 1. Comparativo de Matrícula
de estudiantes de posgrado de ciencias agropecuarias en el ciclo escolar 2010 -
2011 y 2019 – 2020
Años |
2010 -
2011 |
2019 -
2020 |
||
Posgrado |
Maestría |
Doctorado |
Maestría |
Doctorado |
Matrícula |
3,499 |
1,861 |
2,395 |
1,109 |
Egresados |
1,109 |
331 |
821 |
206 |
Titulados |
1,068 |
278 |
871 |
206 |
Fuente: Anuarios estadísticos de
ANUIES 2010 – 2011 y 2019 – 2020. Consultado en: http://www.anuies.mx/iinformacion-y-servicios/informacion-estadistica-de-educacion-superior/anuario-estadistico-de-educacion-superior (2021).
Un estudio de ANUIES (2018)
establece que la matrícula de estudiantes en 2017 a nivel doctoral es de 32,178
en la modalidad escolarizada, representando tres veces más el número de
estudiantes registrados con respecto al año 2000; sin embargo, México ocupa el
lugar 13 entre los miembros de la OCDE en este rubro.
El mercado laboral global ha
experimentado cambios demográficos, tecnológicos y económicos que influyen en
dimensiones como la estructura del mercado, el papel de las nuevas tecnologías,
las relaciones contractuales entre empleadores y trabajadores, y las necesidades
de mano de obra del mercado (Gómez López, 2019; Martín Critikián
y Medina Núñez, 2021).
La masificación de la educación
superior y la nueva estructura ocupacional son factores que acompañan al
creciente desempleo de graduados y la incertidumbre de la empleabilidad, las
reformas buscan reducir la brecha entre la universidad y el mundo del trabajo
con medidas que incluyen: la integración de las trayectorias profesionales,
dando más relevancia a los programas de estudio; así como a las habilidades transferibles
a los estudiantes (Khelifi, 2020).
En México, tal como se muestra en
la figura 1 y 2, se observa una tendencia creciente positiva de los egresados
de nivel licenciatura tanto para la modalidad escolarizada como para la no
escolarizada. Cabe señalar que para el ciclo 2017 - 2018 se encontraban
inscritos aproximadamente 4,562,182 estudiantes, 2.4 millones más que en el año
2000, es decir, poco más del doble de los alumnos (ANUIES, 2018), pasando el
porcentaje de cobertura de 20.6% en 2000 a 38.4% en 2018.
La matrícula escolar de nivel
superior, posgrado y especialidad estaba integrada en el ciclo 2000-2001 por
2,047,895 estudiantes, siendo el nivel licenciatura el más destacado al
concentrar 1,664,456 estudiantes en el año 2000 y 3,366,611 para el ciclo
2017-2018, como se muestra en la figura 1, en esta modalidad los estudiantes
desarrollan el proceso enseñanza – aprendizaje en las instalaciones de una
institución educativa. Una tendencia similar se presenta para la matrícula no
escolar, referida a la educación otorgada a través de medios electrónicos,
plataformas educativas o procesos de autoaprendizaje con apoyo didáctico, tal
como se muestra en la figura 2, en el año 2000 existían 149,807 estudiantes de
licenciatura y posgrado, ascendiendo a 696,389 para el 2017, destacando el
nivel licenciatura.
Figura 1: Tendencia de la matrícula de
educación superior por nivel de estudios (Escolar)
Fuente: Elaboración propia con
datos de ANUIES (2018).
Figura 2. Tendencia de la matrícula
de educación superior por nivel de estudios (No escolar)
Fuente: Elaboración propia con
datos de ANUIES (2018).
La educación superior en
México se visualiza con una tendencia incremental, diversificada y
desconcentrada. Como indica Gómez, Borra, Gil y Salas (2008), el aumento de la
oferta educativa y la cobertura trajo consigo el fenómeno de la masificación de
la educación; no obstante, esto ha generado que un gran número de jóvenes
cuenten con un título profesional, configurándose retos para el mercado laboral
al no tener espacios suficientes, tal es así que en las últimas cuatro décadas
la generación de empleos no ha crecido a la par con la población de
profesionistas, causando impactos en la inserción laboral.
Ante el grado de cobertura que se
ha alcanzado en nivel superior, es de esperar que la mayor escolaridad sea un
factor determinante para el desarrollo económico al pensarse que se puede
acceder a empleos mejor remunerados, así lo indican Mora y Oliveira (2012).
Desde esta perspectiva, la educación debería reducir la brecha de desigualdades
sociales y económicas de las personas; sin embargo, para una gran cantidad de
jóvenes esto no ha sido posible, la modernidad ha traído consigo una
escolarización creciente, nuevas condiciones de mercado y pocas soluciones a una
población cada vez más educada.
Las evidencias en los
países de la OCDE, en general, y en México, en particular (Márquez, 2011; Salas
y Murillo, 2012), afirman que la inserción laboral de egresados profesionistas
se produce de manera más efectiva que quienes no lo son, en materia de salarios
y condiciones de empleo (como se citó en Planas, 2013, p.33). No obstante, a
pesar de esto, también los sueldos son insuficientes para alcanzar los
satisfactores básicos. Para Planas (2013) es fundamental conocer los datos
sobre el grado de actividad y nivel de ocupación; así como explorar indicadores
en cuanto a salario, tipo de empleo, satisfacción y perspectivas.
La deducción es simple:
entre más años de educación, mejor productividad, mejor desarrollo económico y
mejores salarios, lo que en teoría es sencillo, en la práctica resulta mucho
más complicado, De Vries (2014), señala que en estudios recientes hay una gran
cantidad de egresados desempleados o con sueldos precarios, poniéndose en duda
su formación para lo que demanda el mercado laboral.
Diversos autores han atribuido la
consecuencia de salarios precarios como parte de la masificación de la
educación. Una gran cantidad de egresados con títulos profesionales decidieron
acceder a los estudios superiores y en consecuencia hay una mayor
competitividad por los puestos de trabajo. Aunque esto solo constituye un
factor de la precariedad en el empleo, sumando la ausencia de prestaciones
sociales y la poca seguridad social, se debe reconocer que los factores del mercado
no solo dependen del actuar de los individuos, van desde una índole económica,
sanitaria e incluso medioambiental (Delgado y Márquez, 2007; Oliveira, 2006,
como se citó en Salas y Murillo, 2013).
El conjunto de elementos de la
precariedad incide en las decisiones del individuo en la aceptación de empleos
que en muchas ocasiones pudieran estar por debajo de sus habilidades, las
cuales superan las requeridas por el mercado. Belchior,
Casquilho y Simoes (2022)
manifiestan que los esfuerzos actuales de la educación y el aprendizaje es
dotar a los estudiantes de competencias transferibles entre los contextos
cambiantes y más allá de las áreas de conocimiento, por ello destacan la
utilidad de competencias transversales, que incluyen las “habilidades blandas”
enfocadas a la interacción, comunicación y resolución de problemas.
En este sentido, autores
como Allen y Van Der Velden (2001) y Chevalier (2003) han señalado que incluso si los individuos
poseen credenciales que los clasifican como sobre educados, de manera frecuente
pueden tener competencias y habilidades limitadas, por lo que no estarían
sobrecalificados para un empleo, dando origen a una categoría denominada “sobreeducación aparente” (como se citó en Rodríguez 2016,
p.40); reconfigurándose una nueva clase de excluidos, que son profesionistas
pero que no cumplen con lo que demanda el mercado laboral. Mismo que establece
la creatividad, el pensamiento crítico, la inteligencia emocional, dominio de
idiomas, el liderazgo y trabajo en equipo como elementos indispensables en el
desempeño de un individuo, según el Foro Económico Mundial.
En todo caso, el desempleo entre la
Población Económicamente Activa (PEA) que cuenta con una alta escolaridad, sea
licenciatura o posgrado, se explica por el tiempo que transcurre entre el
egreso, la búsqueda de un mejor empleo y la obtención de un empleo formal. La
correlación entre escolaridad, ingreso económico y condiciones laborales sigue
siendo positiva, una vez que se da la incorporación al mercado laboral (ANUIES
2018, p.41). Sin embargo, ante la situación de incertidumbre, creciente
deterioro laboral y políticas inestables, la relación entre escolaridad e
ingresos no constituye una hipótesis plenamente aceptada.
El incremento de la oferta y la
demanda de egresados universitarios implica que los profesionistas toman
decisiones con base a deseos y expectativas, y, por el otro, en las
oportunidades objetivas que las universidades, el gobierno, el sector privado y
las políticas públicas construyen como opciones para determinar los itinerarios
vitales, trayectorias escolares y puestos en el mercado laboral (Acosta y
Planas, 2014, p.28).
De manera general, según datos de
INEGI (2018) sobre el empleo de 2005 al 2017 la PEA aumentó en 10.6 millones
(24.2%), para alcanzar 54.2 millones de personas, por su parte la cantidad de
desocupados aumentó en 311 mil, al pasar de 1.55 a 1.86 millones (20%), con una
tasa de desempleo promedio de todo el período de 4.4% (como se citó en ANUIES,
2018, p.38). Se debe destacar que en 2017 la tasa de desempleo fue la más baja
en doce años, como se muestra en la figura 3, aunque no necesariamente indica
que la percepción salarial sea percibida como favorable.
Figura 3. Población
Económicamente Activa ocupada (millones de personas) y proporción de población
desocupada (porcentaje)
Fuente: ANUIES, elaboración propia
con base en datos del INEGI (2018) de la Encuesta Nacional de Ocupación y
Empleo (ENOE).
Por otro lado, en la figura 4, los
datos del desempleo muestran que 47.2% de la PEA desocupada, que representan a
879 mil personas, cuenta con educación media superior o superior (ANUIES,
2018). Aunque se puede observar un incremento en la PEA con estudios de nivel
medio superior o superior se presenta una tendencia similar en cuanto a la PEA
desocupada, que avanza en la misma tendencia.
Figura 4. Población
Económicamente Activa (PEA) y Población Económicamente Activa Desocupada (PEAD)
por nivel de estudio
Fuente: ANUIES (2018, p.39)
Nota: PEA (Población Económicamente
Activa)
PEAD (Población Económicamente
Activa Desocupada)
Los datos se miden en millones de
personas y la composición por nivel de estudios esta medida en porcentaje del 1
al 100.
En este sentido, se debe reconocer
que, aunque el reporte de HSBC “The World in 2050” (Ward, 2012) ubica a México en el lugar
trece, y para el año 2050 lo proyecta dentro de las ocho economías del mundo,
se reconoce que esto no será una tarea fácil (como se citó en López y
Hernández, 2018, p.33), sin embargo, en el ámbito nacional se carece de una
visión clara del rumbo de la educación superior.
El Plan Nacional de Desarrollo
(PND) 2019 – 2024, en el paradigma de seguridad contiene la Estrategia Nacional
de Seguridad Pública que establece en su objetivo 2, la generación de puestos
de trabajo y el acceso de todos los jóvenes a la educación superior con una
diversidad de programas regionales y sectoriales, entre los que destacan el de
Jóvenes Construyendo Futuro, las Universidades para el Bienestar, entre otros
que garantizan seguridad social y proyectos orientados al desarrollo económico.
Asimismo en el PND de la presente
administración, en el eje de economía se retoma impulsar la reactivación
económica, el mercado interno y el empleo con la finalidad de generar un
crecimiento; esto pretenden lograrlo reforzando el mercado interno,
implementando una política de recuperación salarial y una estrategia de
creación masiva de empleos más estables y mejor remunerados para combatir de
esta forma la informalidad del empleo, o aquellos que existen pero son
precarios y sin prestaciones laborales.
Ante esto, Mungaray,
Cuamea y Castellón (1994, p.240), señalan que para
avanzar hacia un contexto de mayor industrialización es necesario la formación
de capital humano con habilidades y conocimientos que atiendan nuevas formas de
producción. Para Memon y Liu (2019) la correlación
positiva de los mercados labores y la fuerza laboral posee una condición previa
para el desarrollo económico, esto con la cooperación de habilidades, el
enfoque del gasto público del gobierno en educación y un presupuesto organizado
para impulsar a los individuos a constituirse como activos en el desarrollo
nacional.
2.
Sistema educativo en el
Estado de Sinaloa-México
La región noroeste en México
incluye los estados de Sinaloa, Sonora, Baja California norte, Baja California
Sur y Chihuahua los cuales comparten ciertas características económicas; sin
embargo, en la temática abordada es necesario realizar un comparativo de la
cobertura que brindan las universidades públicas estatales y otras
instituciones tecnológicas incorporadas a ANUIES. En la figura 5 se visualiza a
Sinaloa y Sonora como los estados que tienen una mayor cobertura de educación
superior, seguido por Baja California y Chihuahua, quedándose en el nivel más
bajo el estado de Baja California Sur, en un rango de 30 a 35 por ciento.
Figura 5. Niveles de cobertura de educación superior
por entidad federativa 2017 – 2018
Fuente: Extraído de ANUIES (2018,
p.66)
La región noroeste en México ha
tenido un aumento en la cobertura durante el ciclo 2017 - 2018. De manera
particular, Sinaloa tiene una cobertura de 53% en el nivel superior, quedándose
Baja California Sur con el menor porcentaje de cobertura en esta región (ver
figura 6).
Figura 6. Porcentaje de cobertura
educativa de nivel superior en la región Noroeste de México 2017 - 2018
Fuente: Elaboración propia con
datos de ANUIES (2018).
Aunado a
una mayor cobertura, la zona noroeste en México sigue presentando altos índices de
pobreza, tal como se visualiza en la tabla 2, originado en parte por las
transformaciones sociales, económicas y laborales de los años noventa, es decir
la población en Sinaloa ha aumentado su escolaridad; sin embargo no se han
garantizado empleos bien remunerados, seguridad social y estabilidad laboral;
problemas que se han consolidado en el sector laboral y debilita el progreso de
un país, lo que ocasiona que las personas no puedan alcanzar una mayor calidad
de vida, aunado a la informalidad laboral que impacta en la brecha de pobreza y
pobreza extrema.
Tabla 2. Comparativo entre pobreza
– pobreza extrema
POBREZA |
POBREZA
EXTREMA |
|||
Entidad
federativa |
Porcentaje
de la población |
Miles de
personas |
Porcentaje
de la población |
Miles de
personas |
Baja california |
22.2 |
789.1 |
1.1 |
39.7 |
Baja California Sur |
22.1 |
175.6 |
1.6 |
12.8 |
Chihuahua |
30.6 |
1,150.0 |
3.2 |
120.9 |
Sinaloa |
30.8 |
929.7 |
2.9 |
87.1 |
Sonora |
27.9 |
831.4 |
2.5 |
75.3 |
Nacional |
43.6 |
53,418.2 |
7.6 |
9,375.6 |
Fuente: ANUIES (2018, p.20) con
datos de Coneval de 2016.
Para ilustrar la relación de los
niveles de pobreza, a continuación se presenta la
figura 7 de la población ocupada en la región noroeste de México en el ámbito
primario, que tienen niveles de escolaridad de media superior y superior.
Aunque el interés es estudiar aquellos con una formación profesional del ámbito
agropecuario, no ha sido posible encontrar los datos precisos de este sector
con relación a su ocupación; sin embargo, esto constituye una aproximación.
Figura 7. Población
Ocupada del Noroeste de México con educación media superior y superior en el
Sector Primario (2005-2019)
42,877 138,580 138,845 164,912 152,581 136,144 150,685 153,400 117,862 109,767 119,307 77,917 95,928 94,059 80,812
Fuente: Elaboración propia con
datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, INEGI, al primer trimestre
de 2019.
Por estas
consideraciones, es importante y de carácter urgente tener un proyecto proactivo
en el ámbito educativo y económico donde exista una correspondencia entre los
mismos; así como programas y políticas impulsadas por el gobierno en turno,
para una efectiva articulación entre el empleo y la educación, de aquí que la
transversalidad en las acciones ayude a subsanar las deficiencias de una
problemática de manera integral.
El
desarrollo de la política pública de educación superior debe transitar a la
modernización de planes, programas, investigación, tecnologías y pasantías,
fortalecer las habilidades blandas e ir más allá de garantizar el acceso a la
formación profesional con la finalidad de adquirir un título profesional, sino
tratar de generar espacios que consoliden el capital humano y social en su
integridad. En este sentido, Brand et al. (2021), señalan la importancia de las
relaciones familiares y personales, que a la par de lo que brinda la educación
superior, permita generar cambios en la estructura social.
Hoy en día, la OCDE
postula que el desafío del empleo para los egresados de educación superior es
eminentemente cualitativo, dado que actualmente se demanda una mayor
productividad en el trabajo, profesionistas con competencias y habilidades,
capacidades técnicas e intelectuales transversales para adaptarse de manera
exitosa a una sociedad del conocimiento que obliga una mayor formación
profesional, cada vez más exigente y en continua evolución (ANUIES, 2018,
p.41). Actualmente, concluir una carrera profesional no es garantía para lograr
una inserción exitosa, estable y bien remunerada en el ámbito laboral.
En el mercado laboral, Hays (como se citó en OCDE, 2019) indicó que un 46% de los
empleadores mexicanos consideran una falta de competencias al momento de
realizar una contratación en su sector, y un 83% argumentó una inadecuada
formación de los solicitantes para el empleo. En esta postura se manifiesta que
existe un desajuste entre el conocimiento adquirido y las competencias y
habilidades de los programas educativos de acuerdo con lo demandado por el
mercado laboral. Por su parte, los docentes reconocen que el contenido
curricular no se cambia de manera frecuente para adaptarlo a los requerimientos
del mercado laboral, lo cual constituye un reto importante en esta
problemática.
En la actualidad el proporcionar
habilidades y conocimientos en la fuerza laboral debe estar orientada a la
tecnología global y a contrarrestar el desempleo, reforzando la idea de que los
empleadores consideran tanto las habilidades blandas como habilidades duras (Harpenau, Kaelin, Piechocki y Springer, 2019; Del Valle Mejías, 2020; Ruiz
Torres, 2021; Mellado-Moreno et al., 2022).
Habets et al. (2020) ha
llamado “habilidades del siglo XXI” a la colaboración, comunicación, trabajo en
equipo y pensamiento crítico; considerando lo que debe poseer el individuo para
resolver problemas. Estos autores también señalan el papel del docente en
cuanto al manejo de la tecnología, la creación de redes de conocimiento, la
construcción de soluciones, el mejoramiento del rendimiento y la optimización
de las estrategias de aprendizaje (Liesa-Orús et al.,
2020).
La educación en la Industria 4.0
requiere habilidades creativas e innovadoras, por ello la tarea en la educación
superior para autores como Okolie, Nwosu y Mianga (2019) se
relaciona con el impulso a desarrollar planes de estudio de calidad relevantes
para proporcionar a los alumnos las competencias requeridas, construir
relaciones sólidas entre los diferentes sectores, de tal manera que tanto
formuladores de políticas, académicos y expertos de la industria tengan la
oportunidad de incorporar ideas que mejoren la empleabilidad de los graduados.
Las estrategias de desarrollo
empresarial empleadas por muchos países para abordar el problema del desempleo
de los graduados es la inclusión de la educación empresarial, con contenidos
orientados a la práctica, generación de ideas, creatividad e innovación, así
como un creciente apoyo gubernamental (Otache et al.,
2020; Delgado Valdivieso et al., 2021)
Se debe reconocer que los egresados
de las ciencias agropecuarias también han tenido repercusiones a medida que el
modelo económico cambia, y al igual que la mayoría de los egresados de otras
carreras, empiezan a tener problemas para encontrar un trabajo de acuerdo con
sus características profesionales. Aun cuando se insertan en el mercado
laboral, los ingresos percibidos han disminuido. Por lo que muchos están
subempleados, obteniendo puestos de trabajo e ingresos por debajo de sus
expectativas reales. Ante esto resulta necesario identificar las variables que
facilitan la obtención de un empleo de los egresados de las ciencias
agropecuarias y cuales son aquellas que la dificultan.
La vinculación entre los programas
sectoriales de las Secretarías de Educación Pública y Economía, así como la
Secretaría del Trabajo y Previsión Social, y por supuesto entre el mismo
sistema educativo a nivel superior (OCDE, 2019) es fundamental para avanzar,
aunque se torne más complicado por las características de la economía, donde
prevalece un sector informal y pequeñas y medianas empresas.
Alcanzar una nueva
gobernanza de la educación a nivel superior implica conjuntar esfuerzos de los
órdenes de gobierno, las legislaturas federales y estatales, las instituciones
de educación superior, el sector privado y demás actores sociales, para avanzar
en la modernización de la educación superior (ANUIES, 2018, p.17). La figura 8
presentada a continuación, muestra como el desarrollo de una gobernanza
sistémica entre los diversos sectores puede coadyuvar a la mejora continua de
la calidad entre los componentes que la integran, dejando de ser el sistema de
educación superior con relación al mercado un débil conglomerado de
instituciones desarticuladas.
Nuevo marco
normativo y renovar el diseño
organización que genere
sinergias. Diseño de un modelo de vinculación de calidad, enfocado a los
resultados del proceso
del aprendizaje de los estudiantes. Ejercicio pleno de la responsabilidad social Certeza jurídica
y presupuestal Monitoreo de la cobertura con un aumento de la calidad y equidad. Mejor gobernanza Mejora continua de la calidad
Fuente: elaboración propia con
información del documento Visión y Acción 2030, ANUIES (2018).
Brass y Demillo (como se citó
en Antony y Shalala, 2017) puntualizan la adaptación
de las universidades a la tecnología, cambios en las formas tradicionales,
planes de estudio, masificación de la educación y consecuencias de una toma de
decisiones que en determinados países ha sido lenta e ineficaz. Por lo
expresado previamente, se puede decir que la gobernanza universitaria implica
abordar a las organizaciones desde una mirada omniabarcante,
lo que implica no solo un gobierno institucional más horizontal, sino una
visión hacia la resolución de las necesidades de la sociedad y sus diversos
grupos de interés, anticipándose al cambio (Brunner y Ganga-Contreras,
2016; Ganga-Contreras, Quiroz y Fossatti, 2017; Ganga-Contreras y Nuñez,
2018; Acosta, Ganga y Rama, 2021).
En esta misma dirección, Salmi, por su parte, (como se citó en Schwartzman, 2020)
plantea cuatro modelos para explicar los nuevos paradigmas educativos que
incluyen: calidad y pertinencia, equidad, financiación y por supuesto,
gobernanza.
Es con base en estos
datos donde se analizan los desafíos más relevantes de la educación superior en
México con relación a aspectos laborales, colocando énfasis en el ámbito
agropecuario. Por ello que se vuelve necesario realizar una crítica, y
propuestas de cambio al modelo actual de la educación superior, reconociendo en
todo momento los avances en cobertura, gestión y financiamiento, mismos que hoy
se encuentra en una crisis significativa; pero a su vez siendo críticos en
cuanto a lo que hace falta para adaptarse a la nueva modernidad.
Los entornos de trabajo complejos
hoy en día exigen que las universidades formen graduados que enfrenten los
desafíos, Nowell et al. (2020) reconocen que las
prácticas profesionales contribuyen a las experiencias de aprendizaje entre la
teoría y la realidad, por lo cual los empleadores buscan en las solicitantes
habilidades de liderazgo, comunicación y resolución de problemas, así como el
aprendizaje colaborativo en proyectos y el desarrollo de habilidades.
Los desafíos implican también la
estructura de gestión, políticas educativas incompletas y poco realistas,
carencia de acuerdo social, programas y contenidos, así como métodos de
formación tradicionales no asociados a mercados de trabajo (Pham,
2021). De ahí que, en muchos países la
empleabilidad de los egresados de educación superior seguirá constituyendo uno
de los principales retos que deberán enfrentar los gobiernos actuales, por lo
cual la implementación de políticas novedosas y transversales entre los
diferentes sectores son urgentes (ANUIES, 2018, p.41). El desafío consiste que,
ante un clima de incertidumbre, la universidad se transforme y se adapte a la
nueva modernidad.
3.
Educación superior en
sector agropecuario del Estado de Sinaloa-México
En México el sector agropecuario ha
tenido profundas transformaciones como consecuencia del fenómeno de la
globalización, acuerdos comerciales, aumento de la población, cambios
tecnológicos y apoyos gubernamentales, como referencia se puede indicar que el
sector agropecuario para el 2020 presentó una disminución en el presupuesto de
27.2% respecto al año anterior, el cual representa un aproximado de 2,378
millones de dólares (CEDRSSA, 2020).
Sinaloa es un estado que cuenta con
amplios recursos naturales, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI, 2021), organismo autónomo en México cuya
función es generar información estadística, indica que, los principales cultivos
en producción agrícola para el 2020 han sido maíz grano blanco, sorgo
forrajero, papa y sorgo grano. Mientras que en la modalidad de riego y temporal
se agregan el tomate rojo, trigo grano, chile verde, berenjena, cebolla, soya,
elote, cártamo, ajonjolí, sandía, zanahoria y chía. En cuanto a la producción
pecuaria se encuentra productos de abeja, ave, bovino, ovino y porcino en esta
actividad económica.
En el nivel superior, los
estudiantes matriculados en el área de las ciencias agropecuarias se han
incrementado de 2010 al 2020 en los programas educativos de esta área en un 241
por ciento (SEPyC, 2021). Creando en la actualidad
carreras que se relacionan no solo a la producción sino a la comercialización
local, nacional e internacional de productos. Aunado a este incremento en el
ámbito laboral se presenta una situación de precariedad laboral, entendida como
la inestabilidad, vulnerabilidad, desprotección e insuficiencia salarial en que
se encuentran los egresados, particularmente en el sector agropecuario, mismo
que muestra mayores debilidades, con porcentajes por encima del 50% en cada uno
de los aspectos que comprenden la precariedad laboral.
Por lo cual, es urgente buscar
estrategias para la consolidación de la vinculación de las IES con los diferentes
sectores, con la finalidad de lograr una inserción exitosa en el sector laboral
(refiriendo la seguridad en el empleo e ingresos, tipo de contratación,
prestaciones y validando sus credenciales obtenidas con las habilidades
adquiridas), esto requiere cambios de fondo para alcanzar verdaderamente los
objetivos de empleabilidad exitosa por parte de los profesionistas.
Dado que las tecnologías emergentes
tienen un gran efecto en la industria y la educación, la necesidad de cerrar la
brecha entre los programas de estudio y lo demandado en el mercado en la era de
la Industria 4.0 es cada vez mayor (Fahim et
al.,2021). La misión primordial de los programas de educación superior es hacer
que los estudiantes sean empleables en el mercado laboral, para Habets et al. (2020) esto se puede lograr mediante el
avance de las competencias, es decir, una combinación de conocimientos,
habilidades y actitudes.
Finalmente (Ferdous
y Deeba, 2019) las principales razones del desempleo
relacionadas con las habilidades profesionales se resumen en tres factores clave:
profesionalismo inadecuado en el lugar de trabajo, falta de gestión del tiempo
y poca capacidad de pensamiento crítico para resolver problemas. Para lograr
una articulación efectiva, todo ello da origen a la gobernanza universitaria,
la cual se utiliza como categoría analítica para explicar el proceso de la toma
de decisiones, los mecanismos de coordinación entre los diferentes actores y el
establecimiento de reglas para desarrollar acciones planteadas por quienes
deciden el qué hacer. Acosta, Ganga-Contreras y Rama (2021) exponen que la
gobernanza implica una mayor cooperación y coordinación institucional,
legitimidad y estabilidad, políticas institucionales y acción pública, arreglos
institucionales y actores estratégicos para alcanzar un fin común.
Brunner y Ferrada argumentan que
los cambios en la educación terciaria desde la masificación hasta la lucha por
la calidad (como se citó en Brunner y Ganga-Contreras, 2016) se da en un
entorno complejo, de relaciones a nivel micro y macro, mismas que involucran
una diversidad de actores con intereses distintos. Entender la gobernanza
universitaria implica analizar el entramado de las organizaciones
universitarias, para Brunner y Ganga- Contreras (2016, p.16) el contexto, los
Estados, las instituciones, los individuos interesados, las instancias, los
mecanismos de participación y gestión, entre los que se pueden señalar: de
presupuestos, de fiscalización, de intervención, de rendición de cuentas, de
obligaciones de informar, de estadísticas, de seguimiento y monitoreo, de
evaluación del desempeño e incentivos son elementos nodales de cambio
institucional.
De manera concreta, el uso del
término gobernanza universitaria para Acosta, Ganga-Contreras y Rama (2021) y
Ganga-Contreras et al (2019), justifica expresiones de calidad, eficiencia,
cobertura, competitividad, equidad y evolución. Aunado al desempeño y
rendimiento institucional. En las universidades es importante un proceso de
políticas públicas que contribuya a construir un marco de referencia para un
cumplimiento institucional más eficaz, por lo cual los desafíos se orientan a
las modificaciones en las legislaciones, las protestas de estudiantes, la
formación docente, demandas laboral y salarial; así como acciones de políticas
de profundo cambio.
METODOLOGÍA
La metodología se retoma desde un
enfoque descriptivo y crítico de carácter documental, basado en la búsqueda,
sistematización y análisis de documentos en torno a proporcionar los
antecedentes teóricos de la temática de educación superior en México y Sinaloa,
poniendo énfasis en la gobernanza universitaria como categoría de análisis. Lo
anterior significa que se revisaron fuentes secundarias (literatura gris,
artículos científicos, informes); obteniéndose además información de diversas
bases de datos, generando evidencia de los elementos presentes y futuros de la
educación terciaria en el área de las ciencias agropecuarias.
CONCLUSIONES
El aumento de la cobertura
educativa es un fenómeno que se ha dado en todas las áreas de la educación
superior, sobre todo en las ciencias sociales, humanidades, de salud y
agropecuaria; sin embargo, un aumento en el número de egresados trae aparejados
problemas complejos al momento de continuar con sus trayectorias de vida. Este
fenómeno se ha presentado a nivel internacional, México es uno de los países
que presenta esta situación y destaca el estado de Sinaloa como el objeto de
estudio.
Los desafíos y retos de la
educación superior no solo se configuran al interior de una institución o en la
formación profesional que brindan sino al momento de establecer una
coordinación con el sector público y privado, donde se carece de estrategias
focalizadas a los jóvenes y a la problemática latente, no caer en los extremos
de adecuarse a lo que requieren los mercados laborales; pero si centrarse en
las tendencias que establecen los organismos internacionales es necesario para
implementar acciones pertinentes, modernas y transversales.
Ante esta situación, la gobernanza
universitaria es la piedra angular, que puede permitir una articulación con los
diversos sectores, donde las universidades deben dejar de considerarse un
conglomerado de instituciones débilmente enlazadas para fortalecer la formación
de la teoría y la práctica que requieren los estudiantes, pero también de
habilidades y competencias que demanda el sector.
Por su parte, la construcción de
programas en ese sentido, donde se involucre a la comunidad universitaria y al
sector privado debe concretarse. Es fundamental realizar incrementos
presupuestales en la educación superior, contribuir al impulso de la
investigación, ciencia y tecnología, a medida que los trabajos tienden a un
mayor uso de tecnología, a la formación de jóvenes con tendencias novedosas y
sobre todo al liderazgo y administración que deben tener las universidades.
Después de este análisis se establece la siguiente disyuntiva: son entonces los
cambios en la oferta de empleo los que impactan las tendencias en la demanda de
programas de educación superior o, es esto último lo que afecta el mercado
laboral; sin duda este contrasentido persistirá hasta retomar líneas de
investigación que analicen a profundidad el impacto de los cambios de la
educación en la revolución tecnológica
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[1] Doctorante en ciencias
sociales. Universidad Autónoma de Sinaloa, México. E-mail: citlalymartinez@uas.edu.mx Orcid:
https://orcid.org/0000-0002-3122-0976
[2] Doctor en Gestión Estratégica y Negocios Internacionales. Universidad
de Tarapacá, Chile. E-mail: franciscoganga@academicos.uta.cl
Orcid: https://orcid.org/0000-0001-9325-6459
[3] Doctor en Ciencias
Sociales. Universidad Autónoma de Sinaloa, México. E-mail: ismael@uas.edu.mx Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3844-3694
[4] Doctor en políticas y gestión educativa. Universidad de
Tarapacá, Chile. E-mail: patricio.viancos@gmail.com Orcid: https://orcid.org/0000-0003-4550-3608