NACIÓN Y NACIONALISMO: UNA MIRADA DESDE LA CORRIENTE MODERNIZADORA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL EN PANAMÁ

 

NATION AND NATIONALISM: A LOOK FROM THE MODERNIZING CURRENT IN THE CONSTRUCTION OF THE NATIONAL STATE IN PANAMÁ

 

Vicente MUÑOZ GRIFFITH [1]

Recibido

Aprobado

:

:

11.02.2023

12.01.2024

Publicado

:

11.10.2024

 

 

 

RESUMEN: Este artículo tiene como objetivo analizar parte de la producción historiográfica sobre de la nación y el nacionalismo desde la perspectiva de la corriente modernizadora, en este caso representada en las obras de Ernst Gellner, Benedict Anderson y Eric Hobsbawm. Este enfoque modernizador y sus aportes desde el punto metodológico, permite hacer una aproximación a la construcción del Estado nacional en Panamá durante el siglo XIX y principios del siglo XX, un proceso que se denomina “proyecto histórico de construcción nacional”. Este proyecto se materializa con la llegada al poder de Belisario Porras, lo que significó el inicio de una profunda transformación orgánica del Estado, constituyendo un cambio efectivo de proyecto histórico hacia un Estado nacional moderno.

Palabras clave: Panamá, Nación, Nacionalismo, Estado Nacional.

 


ABSTRACT: The purpose of this article is to analyze part of the historiographic production on the nation and nationalism from the perspective of the modernizing current, in this case represented in the works of Ernst Gellner, Benedict Anderson and Eric Hobsbawm. This modernizing approach and its contributions from the methodological point of view, allows an approach to the construction of the national State in Panama during the 19th and early 20th centuries, a process called “historical project of national construction”. This project materialized with the coming to power of Belisario Porras, which meant the beginning of a profound organic transformation of the State, constituting an effective change of the historical project towards a modern national State.

Keywords: Panamá, Nation, Nationalism, National State.

 

 

 

INTRODUCCIÓN

El estudio del nacionalismo es un fenómeno de características complejas, y quienes se han introducido en el tema del nacionalismo lo reconocen, lo cual abre un espacio para realizar nuevas aproximaciones acerca del tema. En este artículo se intentará dar cuenta de las tesis de variados autores contemporáneos ligados a la corriente modernista que han realizado aportes significativos a la discusión, y que permite abordar las causas que determinan el surgimiento de las ideas nacionalistas y la posterior creación de un Estado nacional soberano.

Ya iniciada la Revolución Francesa y sus repercusiones en el mundo intelectual a fines del siglo XIX surgen dos visiones acerca del nacionalismo que predominaran con gran fuerza hasta principios del siglo XX; una alemana vinculada a la concepción étnica, y otra francesa vinculada a la concepción cívica, ambas conocidas como el nacionalismo cultural y el nacionalismo político (Rojas, 2004).

Sin duda, por lo atractivo del fenómeno francés, fue el nacionalismo cultural que agrupó más seguidores, situándola como la más antigua de las teorías que se vinculan a las experiencias de construcción de nación de tipo occidental. El nacionalismo político que es posterior, y que está vinculado a la experiencia alemana, se considera más tardío y se relaciona con experiencias de formación de naciones de tipo oriental (Brubaker, 1992).

De acuerdo con la revisión bibliográfica realizada, se ha percibido que existe una marcada tendencia eurocentrista entre los especialistas sobre el origen del nacionalismo. Para algunos autores como Kedourie (1985) el nacionalismo es el resultado de la ilustración y el papel de Inmanuel Kant, mientras que para Gellner (2001) y Hobsbawm (1997) este se origina como resultado del capitalismo y la industrialización. Solo un autor Anderson (1993), se desmarca de este origen eurocéntrico del nacionalismo. No obstante, coincide con los dos autores anteriores, en el fenómeno moderno del nacionalismo.

Mirado desde esta perspectiva, el paradigma modernizador se ubica en el cambio social producido por las transformaciones materiales, ya sean estás económicas o tecnológicas. El nacionalismo, a su vez, se presenta como un sentimiento que surge con la modernización, y por el cual, una comunidad determinada se reconoce como parte de una misma nación. Esto ayudará a entender como este proceso que vive Panamá en la construcción de su nación se fue desarrollando hasta materializarse a principios del siglo XX.

En definitiva, lo que ocurre en Panamá, a partir de un momento histórico sometido a condiciones económicas de carácter desfavorable, en particular con su adhesión a la Gran Colombia, da lugar a un relato que se configura como una especie de simbiosis justificadora desde perspectivas históricas y míticas de su carácter transitista, que paulatinamente comenzará a dar cuenta de la conformación de un sentimiento nacionalista.

Este relato está reflejado en el discurso de la élite comercial, ya en la década de los treinta del siglo XIX, y más adelante, al comenzar la segunda mitad del mismo siglo, se afianzará con la constitución del Estado Federal. Así, de esta manera la conformación de una conciencia y más adelante un movimiento nacionalista pasará por varias etapas hasta ir conformando con altos y bajos una conciencia nacional. Es por esta razón que los diferentes procesos históricos que Panamá vivió durante el siglo XIX la llevaron a constituir una sociedad más moderna, lo que a principios del siglo XX, impulsó un sentimiento nacional de carácter ascendente, que tras un largo y dificultoso proceso, permitió alcanzar su anhelada autonomía en la consecución de un Estadio nacional soberano a principios del siglo XX.

 

METODOLOGÍA

La metodología empleada en el desarrollo de este artículo es de carácter cualitativo, utilizando técnicas de interpretación y análisis de fuentes secundarías de los principales representantes de la corriente modernista de los estudios sobre nación y nacionalismo.

El análisis cualitativo de las obras de los autores de la corriente modernista tuvo como objetivo conocer las variables fundamentales de la conformación de nación, tales como la industrialización, la homogeneización cultural, identidad nacional y el origen de la nación. Para identificar estas variables, se aplicó una técnica de investigación basada en la observación documental de textos, desarrollando fichas bibliográficas en coordinación con la lectura activa y analítica de las diversas fuentes. Esto permitió deducir una relación de ideas entre los autores y comprender el proceso de construcción nacional en Panamá a principios del siglo XX.

 

DESARROLLO

Las corrientes modernistas sobre el nacionalismo y la nación

Benedict Anderson en su obra “Comunidades Imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo”, señala que: ...  “la nacionalidad, o la “calidad de nación” …al igual que el nacionalismo, son artefactos culturales de una clase particular”, y define a la nación como “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana” (Anderson, 1993, p. 21). Además agrega que: “Es imaginada porque aún los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, nos los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión” (p. 23). Es limitada ya que “tiene fronteras finitas, aunque elásticas, más allá de las cuales se encuentran otras naciones” (p. 25). Y su soberanía se basa en la época en que la ilustración y la Revolución destruían la legitimidad del reino dinástico jerárquico, y esta soberanía o libertad estaba garantizada en el Estado soberano” (Anderson, 1993, p. 25).

Este autor concluye, por lo tanto, que las raíces culturales del nacionalismo... “debe entenderse alineándolo, no con ideologías políticas conscientes, sino con grandes sistemas culturales que lo precedieron, de donde surgió por oposición” (Anderson, 1993, p. 30).

Es así como Anderson ve a las naciones como “comunidades imaginadas” producto de la modernización cognitiva producida en los siglos XVIII y XIX (Anderson, 1993), mientras que Hobsbawm (1997) ve a las naciones como tradiciones inventadas o artefactos culturales fabricados por las élites, o invención de la tradición. Anderson es uno de los pocos autores que se refiere a América Latina, señalando que la construcción de la nación en esta región tiene un carácter original debido a circunstancias históricas particulares, debido a la gran extensión del territorio y su diversidad geográfica que dificultaban las comunicaciones, lo que en última instancia, permitía que estas unidades desarrollaran importantes grados de autonomía (Anderson, 1993, p. 84).

Por otra parte, Eric Hobsbawm, representante de la corriente modernista de nación, considera que el nacionalismo es una consecuencia inevitable del capitalismo y la industrialización (Hobsbawm, 1997). Si bien este autor concuerda con Gellner en que las naciones son mayoritariamente modernas, su diferencia radica en que considera a las naciones como herramientas de élites manipuladoras o como máscaras ideológicas que ocultan intereses. En cambio, Gellner (2001) las ve como instrumentos de las élites, pero también como expresiones auténticas de identidad.

Hobsbawm (1997) concuerda con Gellner en que la nación pertenece “exclusivamente a un período concreto y reciente desde el punto de vista histórico” (p. 18), pero enfatiza que “a efectos de análisis, el nacionalismo antecede a las naciones y sostiene que las naciones no construyen estados y nacionalismos, sino que ocurre al revés” (p. 18).

De este modo, al revisar la bibliografía sobre los estudios de naciones y nacionalismo, especialmente en las últimas décadas, se puede ofrecer un panorama amplio de sus avances y perspectivas. Esto podría enriquecer la discusión actual y resumir esta corriente modernizadora de la siguiente manera:

1.-Las naciones son totalmente modernas.

2.-Las naciones son producto de la modernidad.

3.-Las naciones no son producto de larga duración (historia).

4.-El nacionalismo forma parte de la modernidad o de manera más precisa de los procesos de modernización.

5.-Naciones y nacionalismo son construcciones sociales y creaciones culturales de la modernidad (Gellner, 2001).

Es importante aprovechar esta oportunidad para mencionar otra corriente que emerge en respuesta al modernismo: la corriente primordialista o perennista, cuyo representante más conocido es Adrián Hastings (2000). Esta perspectiva aborda el tema de manera diametralmente opuesta, relacionando la nación más con un modelo de permanencia de las etnias, así como con la difusión o construcción ideológica. La obra de Hastings se basa en las conferencias de Hobsbawm de 1985, que más tarde dieron lugar a su libro Naciones y nacionalismos.

En definitiva, el trabajo de Hastings es una respuesta a otros especialistas en el tema, dado que las conferencias de Hobsbawm se basaron en los estudios de Gellner y Anderson. La propuesta de Hastings se presenta como bastante sencilla, ya que plantea dos ángulos que parecen diferenciadores respecto a los autores anteriores. En primer lugar, considera a la nación como una comunidad más consciente de su identidad y cultura particular, lo que las hace diferentes de otras (Hastings, 2000, p. 14). Además, introduce un elemento diferenciador: el papel de la religión. Hastings sostiene que la Biblia proporcionó, al menos para el mundo cristiano, el modelo original de nación. Por lo tanto, afirma que “...sin la religión y sin su interpretación y aplicación cristiana, es discutible que las naciones y el nacionalismo, tal como los conocemos, hubieran podido existir”. Lo único criticable de su mirada es que en su libro no logra establecer de manera convincente la relación perenne entre religión y nación.

En las últimas décadas han surgido nuevas perspectivas que buscan desmarcarse de las interrogantes sobre el origen histórico de las naciones y la constitución de los discursos nacionalistas. En general, estas enfoques pretenden ampliar el horizonte del fenómeno nacional.

En este contexto, se puede identificar una corriente poscolonial basada en los estudios subalternos, cuyo principal representante es Partha Chatterjee (2008). Este autor se desmarca de los enfoques occidentales para entender el fenómeno de la formación de las naciones, argumentando que el tiempo occidental difiere del tiempo oriental. Según Chatterjee, el tiempo occidental se basa en una lógica capitalista, mientras que en las colonias el tiempo es más heterogéneo y fragmentado.

En Chile, comienzan a aparecer otras contribuciones en esta línea, como las del Premio Nacional de Historia, Dr. Julio Pinto, quien junto a Verónica Valdivia, ha publicado una serie de trabajos desde la mirada de los estudios subalternos, a los que denominan “procesos de construcción social del Estado” (Pinto y Valdivia, 2009; Pinto, 2010, 2016). Sus investigaciones han sido un interesante aporte al debate sobre la construcción de los estados nacionales en Chile, Perú y Argentina, desmarcándose de los estudios clásicos y modernos sobre la construcción de nación, tal como señala la historiadora Consuelo Figueroa:

…es un aporte de enorme magnitud respecto del período en cuestión y de los modos de pensar la(s) historia(s) nacional(es), sino que además abre valiosas posibilidades de seguir indagando y ampliando la discusión hacia nuevas preguntas y miradas acerca de los procesos de construcción nacional. Por de pronto, inquirir ya no solo acerca de la recepción de las políticas emanadas de los grupos de élite por parte de los sectores populares, sino también de los eventuales proyectos que surgieran desde abajo (Figueroa, 2011, p. 234).

De igual forma, existe una propuesta que incorpora elementos de la posmodernidad, enfocandose en la lingüística y la teoría del discurso, como lo hacen Calhoun (2007) y Özkirimli (2010). En este sentido, Calhoum, en su libro Nacionalismo, desarrolla la idea de que la formación discursiva en la modernidad estructura diversos movimientos, entre ellos el nacionalismo. No sólo se detiene en la formación discursiva, sino que también profundiza en otras dimensiones, como la solidaridad social y la identidad colectiva. Sin embargo, su mirada se distancia de la construcción del discurso nacionalista, debido a que lo ubica en niveles inferiores y, a veces, en oposición a formas institucionalizadas como el Estado (Calhoun, 2007).

La construcción del estado nacional en Panamá

Durante mucho tiempo y hasta la actualidad en la historiografía panameña, ha dominado la idea de que "la base fundamental que ha impulsado la estructuración de la nacionalidad ha sido, y continúa siendo, un mito, el mito geográfico" (Soler, 1971, p. 100). Es por esto que, Soler, plantea que desde la época prehispánica la posición geográfica del Istmo panameño, constituyó en buena medida un ineludible marco de su historia. Muestra de esto, es que los dos grandes centros civilizadores precolombinos, el Perú incaico y el nahualt-azteca de México, utilizaron esta posición geográfica como ruta de tránsito.

Más adelante y producto de su descubrimiento en 1501, esa función transitista se afirmó a partir de los años de 1540 y que sólo a mediados del siglo XIX fue decayendo con el cierre de Portobelo. En efecto, el transitismo colonial tuvo efectos políticos, ya que la Corona hubo de reconocer la especificidad panameña al no sujetar su territorio a la administración de la Capitanía General de Guatemala y al crear para el istmo una institucionalidad política directamente dependiente de la metrópoli (gobernadores y audiencias). Sin embargo, el carácter transitista no sólo tuvo sus efectos en la economía y la política. El predominio de la actividad mercantil dejó su huella en la cultura, que entró en obvio contraste con el resto del mundo colonial hispánico (Soler, 1971). Esta idea del mito geográfico como conformación de su personalidad como pueblo se aprecia en la obra de Soler y en Muñoz (2022).

En particular, lo que interesa en esta ocasión es relacionar este mito geográfico desde la perspectiva de la modernización, específicamente en la construcción del Estado nacional. Por esta razón, se profundiza en este paradigma de la modernización en términos económicos y técnicos. Al respecto, Jaffrelot señala:

Modernización» y «nacionalismo» revisten aquí una significación adecuada a este paradigma: el primer término remite al cambio social inducido por transformaciones materiales (económicas, tecnológicas) y el segundo designa de entrada no una ideología, sino más bien un estado de espíritu, un sentimiento nuevo vinculado a la modernización y por el cual una población dada se reconoce como perteneciente a una misma «nación (Jaffrelot, como se citó en Delannoi y Taguieff, 1993, p. 205).

Como se logra apreciar, este paradigma se relaciona con otras tres variables en la formación de la nación: la economía, el territorio y la cultura. Con respecto a esta última variable, coincide con las perspectivas de Anderson y Gellner, quienes argumentan que se requiere la cohesión de una cultura a partir del desarrollo de las redes de comunicación. Estas redes se generan producto de la integración territorial, impulsada por el proceso de urbanización, el desarrollo de la educación y la ampliación de la oferta educativa, así como por el desarrollo de la prensa y la llegada de una importante población migrante. Sin embargo, este proceso de homogeneización cultural no está exento de conflictos, los cuales, a su vez, contribuyen gradualmente a la generación de una conciencia nacional (Delannoi y Taguieff, 1993).

Desde esta perspectiva, y situándose en el paradigma modernizador que destaca el cambio social provocado por transformaciones materiales, ya sean económicas o tecnológicas, el nacionalismo se presenta como un sentimiento que emerge con la modernización. A través de este sentimiento, una comunidad determinada se reconoce como parte de una misma nación.

Sin duda, todas estas perspectivas ayudarán a entender cómo Panamá experimentó su proceso de construcción de nación hasta materializarse a principios del siglo XX. Para explicar esto, se recurre a Gellner (2001), cuya obra se alinea más estrechamente con este paradigma modernizador, al señalar que:

Nuestra definición de nacionalismo no sólo está supeditada a una definición previa y asumida del estado: parece, asimismo, que el nacionalismo sólo emerge en situaciones en las que la existencia del estado se da ya por supuesta. Condición necesaria, aunque no suficiente en absoluto, del nacionalismo es la existencia de unidades políticamente centralizadas y de un entorno político-moral en que tales unidades se den por sentadas y se consideren norma (p. 17).

El nacionalismo, por lo tanto, representa la transformación de una sociedad a otra. Su aparición permite la creación de un idioma común y un conjunto de significados compartidos, lo que resulta en una mayor fluidez y un uso más eficiente de los recursos disponibles en toda sociedad. La emergencia de una sociedad industrial promueve una homogeneización cultural, que su vez genera una conciencia nacional. Con respecto a esto Gellner (2001) plantea que: "No se trata de que el nacionalismo imponga la homogeneidad, como dice Elie Kedourie, sino que una obligación objetiva e inevitable impone una homogeneidad que acaba aflorando en forma de nacionalismo” (pp. 59-60).

Como se señaló anteriormente, los gérmenes del movimiento nacionalista se inscriben en el papel que Panamá desempeñó como lugar de tránsito, desde el período colonial, considerado un espacio geoestratégico para España. Más adelante, en el siglo XIX, este transitismo se consolidaría con la construcción del ferrocarril interoceánico y, posteriormente, con la edificación del Canal de Panamá.

Lo que ocurre en Panamá es que, a partir de un momento histórico caracterizado por condiciones económicas desfavorables debido a su adhesión voluntaria a la Gran Colombia, se fue instalando gradualmente un relato que funciona como una especie de simbiosis justificadora, tanto desde el punto de vista histórico como mítico, del carácter transitista del Istmo. Este relato comenzará, poco a poco, a dar cuenta de la conformación de un sentimiento nacionalista.

Este relato se reflejado en el discurso de la élite comercial ya en la década de los treinta del siglo XIX, y más adelante se afianzaría con la constitución del Estado Federal[2]. De este modo, la conformación de una conciencia, y posteriormente un movimiento nacionalista, pasaría por varias etapas con altibajos, hasta consolidar una conciencia nacional. Jaffrelot y Gellner abordan el conflicto presente en el proceso de homogeneización cultural.

De esta manera, la estructuración de una conciencia nacional permitió lograr su objetivo de plena autonomía hasta conformar su estado nacional. Por esta razón, se sostiene que desde los años 30 del siglo XIX, y en particular con la construcción del ferrocarril y toda su carga modernizadora, se impulsaron las primeras expresiones de autonomía en la formación de una conciencia nacional.

Los actores encargados de definir esta conciencia nacional, de elaborar y promover los temas culturales legitimadores de demandas políticas y económicas, según Gellner, debían ser los intelectuales y un proletariado, de esta manera se crearía un movimiento nacionalista efectivo. En el caso panameño, esta mirada concuerda con el enfoque sobre la construcción de la conciencia nacional, ya que es la intelectualidad la que promueve este sentimiento, al menos en una primera etapa, que corresponde a la época decimonónica (Muñoz, 2022). Más adelante, como resultado de la llegada de una gran ola de inmigrantes durante la construcción del Canal, se dieron las condiciones para la formación de un proletariado que hizo eco de estas propuestas, contribuyendo así a la formación de un movimiento nacionalista. Sin embargo, esto no ocurrió hasta los primeros años de la década del siglo XX, con la obra modernizadora de Belisario Porras.

Desde esta perspectiva, el nacionalismo en Panamá está vinculado a la dimensión de la modernización. Sin embargo, esta modernización fue más lenta debido a la heterogeneidad de los actores involucrados y al peso de ciertos sectores que se conformaron con los efectos limitados de una activación meramente comercial del mito geográfico. Por lo tanto, si a este análisis se le aplica el modelo de Gellner y algunas consideraciones que han realizado otros autores, ayudaría a comprender mejor como se manifestó la dimensión modernización en Panamá.

Mouzelis (2000), plantea que Gellner establece un vínculo demasiado estrecho entre industrialización y nacionalismo, cuando en realidad ambos fenómenos no siempre están estrechamente unidos. En otras palabras, la propuesta de Gellner se limita más que nada a Europa Occidental, por lo tanto, para el caso de Panamá, este quedaría automáticamente fuera. Es por esto que se acepta la modificación que propone Mouzelis, en el sentido de conservar la idea de un Estado centralizado y un mercado, tal como está presente en la teoría de Gellner, lo cual concuerda con la situación de Panamá a mediados del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, sería necesario sustituir el concepto de industrialización por el de modernización

En este contexto, se entiende por modernización el tipo de organizaciones sociales que se institucionalizaron tras la revolución industrial inglesa y la revolución política francesa, es decir, esto implica la destrucción del localismo y la creación, a través de una movilización social sin precedentes, de amplias áreas en la esfera social, política, económica y cultural. Sin embargo, en el caso de Panamá, la modernidad llegó principalmente a través de vías predominantemente mercantiles (Mouzelis, 2000, p. 215).

Por otro lado, O’Leary (2000), critica la postura funcionalista de Gellner, argumentando que este señala que los sucesos y procesos ocurren total o mayoritariamente más allá del entendimiento de los agentes humanos. O’Leary propone reemplazar esta explicación funcionalista por una ‘de filtro’, que actuaría de la siguiente manera:

Las élites modernizadoras creen que el nacionalismo es esencial para la modernización, precisamente porque suprime barreras para el éxito de la modernización. Los nacionalistas constructores de naciones reconocen las consecuencias beneficiosas del nacionalismo, y este hecho contribuye a explicar su difusión política.

Si se observa el caso concreto de Panamá, en las élites comerciales se logra apreciar un discurso que manifiesta claramente una necesidad de modernización asociada a la idea de nación. Esta complementariedad entre modernización y nación surge de manera muy temprana a principios del siglo XIX.

La utilización de este filtro permite determinar las características de las propuestas modernizadoras de las élites políticas impulsoras del movimiento nacionalista panameño, así como comprender cómo estas propuestas resonaron en otros sectores dominantes que se resistían a esta aventura de autonomía. Por esta razón, Gellner identifica claramente al Estado como la condición objetiva que hace posible el nacionalismo, afirmando que:

…el nacionalismo sólo emerge en situaciones en que la existencia del Estado se da ya por supuesta. Condición necesaria, aunque no suficiente en absoluto del nacionalismo, es la existencia de unidades políticamente centralizadas y no de un entorno político-moral en que tales unidades se den por sentadas y se consideren norma (Gellner, 2001, p. 17). .

De acuerdo con lo planteado por Gellner, existen tres variables que explican la formación del nacionalismo y la nación. Estas variables son: la variable económica, que se refiere a una sociedad industrial o moderna; la variable cultural, que implica la necesidad de una homogeneización cultural o de una cultura desarrollada; y, por último, la variable política, que corresponde a la necesidad de un Estado moderno. La primera variable planteada responde a una condición histórica específica, caracterizada por una serie de circunstancias sociales que surgen de un tipo de organización social denominada sociedad industrial, o en este caso, sociedad moderna. Por otro lado, la segunda variable indica que esta sociedad industrial o moderna impone un orden que requiere que sus unidades sociales sean grandes y, además, culturalmente homogéneas.

En el caso panameño, esta primera variable se constituyó con la llegada de un gran contingente de mano de obra extranjera durante la construcción del ferrocarril. Posteriormente, la variable cultural se forjó con la construcción del Canal de Panamá. Ambas variables influyeron en la formación de un proletariado de carácter nacional que desarrolló sus propias organizaciones. Este proceso se dio en un contexto de fase modernizadora, con un énfasis en una base industrial que se hizo evidente durante los gobiernos de Belisario Porras, entre 1912 y 1924..

La tercera variable señala que, para que el proceso de identificación monoculturalista de una comunidad dada pueda tener lugar, hace falta un Estado. Es decir, el mantenimiento de este tipo de cultura, inevitablemente desarrollada, requiere la protección de un Estado, de un agente- o más bien conjunto de agentes- que mantenga el orden centralizado y que pueda reunir y dispensar los recursos necesarios, tanto para sustentar una cultura desarrollada, como para asegurar su difusión a toda la población. Sólo entonces, cuando esa nación/cultura se convierte en la unidad social natural, no puede sobrevivir normalmente sin su propio caparazón político: el Estado (Gellner, 2001, p. 18).

Todas estas variables estuvieron presentes en el proyecto histórico de Belisario Porras, ya que su principal objetivo era la construcción de un Estado moderno, que tenía como tarea primordial desmantelar el viejo Estado oligárquico, heredado de Colombia, a través de la ampliación de su base de apoyo social y el afianzamiento de la participación política y económica de sectores antiguamente marginados de la sociedad panameña. De esta manera, la formación de la nación no solo fue tarea de un grupo de personas que lograron materializar un sueño histórico de construcción nacional sino de un grupo más amplio que a través de sus organizaciones ayudaron a conseguirlo. Y en este caso en particular en Panamá el nacionalismo no constituyo la nación, sino al revés, fue la nación y el Estado que constituyó el nacionalismo.

 

CONCLUSIONES

Sin duda el paradigma modernizador de nación, representado por los autores mencionados en este artículo, permitió comprender la serie de transformaciones materiales, ya sean  económicas, políticas o culturales. Además, el nacionalismo se aproxima a un sentimiento que surge con la modernización, a través del cual una comunidad determinada se reconoce como perteneciente a una misma nación. Estas premisas que son fundamentales y ayudan a entender como este proceso que experimentó Panamá durante todo el siglo XIX fue determinante en la construcción de su nación hasta materializarse definitivamente a principios del siglo XX.

En Panamá a partir de 1912 inició un proceso caracterizado por profundos cambios de carácter político, social y económico, hecho inédito en la naciente república. No se trató sólo de una transformación cosmética, sino un cambio efectivo, expresado en lo que se denomina “proyecto histórico de construcción nacional”, entendiendo este proceso como una profunda organización estructural tanto económica, como política/institucional y cultural, dirigido por un grupo de representantes liberales encabezado por la figura de Belisario Porras.

Durante el período de sus gobiernos de los años correspondiente a 1912-1924, se logra materializar un sueño histórico de construcción nacional a través de una serie de medidas jurídicas, económicas y sociales que lograron imprimir un carácter “Nacional” a la construcción del estado moderno panameño que requirió desarmar toda una estructura de poder oligárquico que domino la escena económica y política durante todo el siglo XIX, período en que la élite comercial fue incapaz de lograr constituir una verdadera autonomía como nación, ya que no logró generar una cohesión que permitiera a sus ciudadanos identificarse como panameños.

Como última reflexión, los estudios sobre la formación de las naciones modernas deben considerar la necesaria conexión entre democratización social y forma estatal. Con el apoyo de una amplia mayoría de sus ciudadanos, esta conexión es una de las maneras más efectivas de consolidar la nación y constituir estados nacionales modernos.

 

REFERENCIAS

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[1] Doctor en Estudios Americanos/ Universidad Gabriela Mistral, Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y Humanidades, Santiago de Chile. Correo electrónico: vicente.munozg@ugm.cl - ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2304-7058

[2] El Estado federal es la primera experiencia de autonomía del Istmo de Panamá y duro desde 1855 a 1886, su principal promotor fue Justo Arosemena, reconocido por la historiografía panameña como el padre de la nación.