MIRADA PRELIMINAR A LOS
HITOS CRONOLÓGICOS MÁS RELEVANTES DE LAS EDITORIALES INDEPENDIENTES EN CHILE
PRELIMINARY LOOK AT THE MOST RELEVANT CHRONOLOGICAL MILESTONES OF
INDEPENDENT PUBLISHING HOUSES IN CHILE
ANA DYRLA PÉREZ SILVA[1]
WENDOLIN SUÁREZ AMAYA [2]
FRANCISCO
GANGA-CONTRERAS[3]
Recibido
Aprobado |
: : |
01.04.2024 26.08.2024 |
Publicado |
: |
11.10.2024 |
RESUMEN: Las editoriales
independientes chilenas, forman parte de la industria editorial de este país,
que a su vez es un subsistema de la industria cultural. Surgieron a partir de
los años 90’, en los últimos años de la dictadura y se han mantenido a la
fecha, aumentando en cantidad. Cada vez van surgiendo nuevas editoriales,
engrosando así este grupo, transformándose en un sector altamente posicionado.
Debido a lo anterior, se realiza esta investigación, que tiene como objetivo
central analizar los hitos cronológicos más significativos que han marcado su
desarrollo. Para ello, se realizó un estudio historiográfico, donde se analizan
hitos históricos y el papel de las principales agrupaciones de editoriales
independientes chilenas. Entre los resultados más relevantes se puede mencionar
la impronta que estas editoriales representan para Chile, con procesos de
instalación complejos, pero con convicción en sus motivaciones. Además, se
observa alta motivación y un afán cultural que remueve el mercado, lo
enriquecen y configuran una realidad propia de este país.
Palabras
clave: Organizaciones, Editoriales
independientes.
ABSTRACT: Chilean independent
publishing houses are part of the country's publishing industry, which in turn
is a subsystem of the cultural industry. They emerged in the 1990s, in the last
years of the dictatorship, and have remained so to date, increasing in number.
Each time new publishers are emerging, thus swelling this group, becoming a
highly positioned sector. Due to the above, the main objective of this research
is to analyze the most significant chronological milestones that have marked
its development. For this purpose, a historiographic study was carried out,
where historical milestones and the role of the main groups of Chilean
independent publishers are analyzed. Among the most relevant results, we can
mention the imprint that these publishing houses represent for Chile, with
complex installation processes, but with conviction in their motivations. In
addition, there is a high motivation and a cultural eagerness that stirs the
market, enriches it and configures a reality that is unique to this country.
Keywords: Organizations, Independent publishers.
INTRODUCCIÓN
En Chile existen las editoriales autodenominadas
independientes, que son editoriales nacionales. La mayoría de estas se agrupan
en Asociación de Editores Independientes, Universitarios y Autónomos, La
Cooperativa de Editores de La Furia y La Feria del Libro Independiente y
Alternativa (FLIA) Chile. Este grupo de editoriales representan a la nueva
empresa editorial en Chile, nacidas al término de la dictadura, a fines de los
noventa y principio de los años dos mil, consagrándose durante los primeros
años de democracia.
Las editoriales fueron prácticamente exterminadas durante el
régimen militar; pero a finales de este periodo y ya en democracia, se consagra
el surgimiento de nuevas editoriales, en un contexto absolutamente diferente a
los años sesenta o setenta en Chile, transformándose su persistencia en un
verdadero desafío. Las autodenominadas editoriales independientes se ven
enfrentadas a un mercado concentrado y dominado por editoriales
internacionales, propio de la inequidad y concentración del mercado, como lo
expresa Stiglitz (2012), donde los emprendimientos y las microempresas, mueren
o desaparecen antes de los dos años de vida.
En atención de lo anterior, este estudio tiene como
objetivo central analizar los hitos cronológicos más significativos que han
marcado el desarrollo de las editoriales independientes en Chile. Mediante un
estudio historiográfico de diferentes bibliografías, esta investigación afronta
el rol fundamental, que juega la lectura, para el desarrollo social, y cómo
esta va dando cuenta de un grupo editorial denominado editoriales
internacionales, en los temas y el mercado, pero además coloca el énfasis en
otro grupo editorial emergente (Hernández, 2019), que se hace espacio, satisfaciendo
lectores cautivos, de nicho en primera instancia, de masa posteriormente.
Vislumbrado así que lo hegemónico no es totalitario, es solo un simbolismo
dominante, pero no necesariamente representativo como dice Bourdieu (2005).
La importancia de este
artículo radica en la visibilización de un sector
cultural, social y económico; estas tres aristas que parecieran bifurcadas,
siempre tienen una génesis evidentemente común: las editoriales surgen por un
afán individual o colectivo, pero generalmente con una mirada cultural (Gallego, 2019),
después se transforman en una organización productiva, para finalmente generar
sus propios espacios de comercialización.
Este estudio ha implicado la
búsqueda de antecedentes escritos, relatos de un tiempo pasado, que van
configurando un acontecimiento. En este sentido autores como De Mussy y Valderrama (2010) señalan que existe un relato
dominante que viene a ser cuestionado por una historiografía post moderna, que
se somete a deconstrucción, porque no se trata solo del relato del historiador,
sino de que además de la representatividad, dada por la significancia del
lenguaje y la comunicación (Habermas, 2010). La historia es una construcción
social, se produce como acontecimiento, así la historiografía se distancia de
las concepciones tradicionales (datos, fechas, cronologías), según Rincón
(2018). En las últimas décadas la profesión historiografía no solo se ha hecho
más democrática, e incluso se ha visto rejuvenecida, sino que ha experimentado
los efectos de la globalización y, más en concreto, en las dos últimas décadas,
de las humanidades digitales. Esto ha creado nuevas formas de socialización
historiográfica como asociaciones mucho más numerosas, variadas y horizontales
(Pasamar y Ceamanos, 2020).
La “historiografía”, como bien lo
define Aróstegui (2001), citando a García, “es el
arte o modo de escribir la historia”, en definitiva, dice el autor es una
reflexión teórica metodológica sobre la investigación en la historia. Así la
documentación escrita que se emplea para esta investigación ha sido, documentos
de archivo, documentación bibliográfica, entre otros. La lectura de un
documento debe estar orientada hacia la búsqueda de situaciones concreta,
previo proyecto establecido.
La bibliografía es la principal fuente de
información que se va digiriendo de un fenómeno determinado, así mismo
periódicos, páginas web y libros, resultan un campo tipificado y esencial.
Derivadas de este método, son el análisis de contenidos y análisis de
discursos, como técnicas relevantes para llevar a cabo cualquier estudio de
esta naturaleza (Aróstegui, 2001).
EDITORIAL INDEPENDIENTE
Al intentar definir o identificar a este tipo de
editoriales, Danieli (2006) plantea que el editor
independiente refleja la diversidad, la creación en una sociedad dada,
generalmente muy apasionado, compromete sus propios recursos y toma riesgos
para publicar una obra innovadora y original, que tal vez no sea reconocida al
momento de su publicación, pero que resulta ser el inicio de un desafío
social. Por la simpleza se considerará
por ahora la siguiente definición: “se trata de asociaciones literarias o humanistas
en las que su editor o editores, consejeros, diseñadores, correctores e,
incluso, vendedores, hacen una apuesta de contenido y forma al margen de que
sus libros sean comerciales o no” (Fernández, 2013).
Este concepto cobra importancia a partir de diversos
análisis que se realizan respecto a la autonomía editorial. A partir de los
años 1960s, con la absorción de editoriales independientes por parte de grandes
empresas de las comunicaciones, mantener la independencia respecto de este
fenómeno ha sido un verdadero logro (Bethencourt, 2012).
En este sentido Harari (2000), plantea que las editoriales
independientes son las que mantienen su autonomía de las grandes editoriales
(conglomerados o grupos), la mayoría de las veces multinacionales. Estos conglomerados o grupos, que claramente
no son editoriales independientes, abarcan sellos editoriales y generalmente
varios rubros de la industria (edición, librería, imprentas, publicidad); y/o
son multimedia (libros, prensa, audiovisual, música, Internet). Es así como
Schiffrin (2011) argumenta la importancia de proteger a la editorial
independiente de los grandes conglomerados, para resguardar la autonomía de la
publicación, de lo contrario estos magnos grupos editoriales alteran
necesariamente su línea editorial, sustentada básicamente en las ventas de su
producto.
Sus modos de habitar el espacio editorial entrecruzan formas
variadas de interpelar a los lectores, mediante sus formas de distribución
propia o cooperativa posibilita relaciones personalizadas con los libreros, la
organización conjunta de ferias del libro, la variedad de soportes y formatos
que facilitan el acceso y el activismo en la web y las redes digitales son
algunas de ellas, que les permite redefinir constantemente estrategias de
edición y difusión (Coppari y Vigna, 2020).
Con respecto a la económica, es evidente la búsqueda de
alternativas de financiamiento, pues se debe apostar por su sostenimiento en
una economía frágil, que fácilmente puede desestabilizarse (Castellanos y Maina, 2019). Algunos diversifican, a través de líneas de
negocio como venta de libros, dictan cursos y talleres, ofertan servicios
editoriales y de impresión, entre otros. Parecería que la premisa es sobrevivir
en el mercado con agilidad y creatividad.
ANTECEDENTES GENERALES DE LAS EDITORIALES INDEPENDIENTES EN CHILE
Según Symmes (2013) las
condiciones sociales de producción de la edición dibujan un cuadro específico
en cada país, destacando para el caso de Chile, la situación de sociedad post-
dictadura, que definirá los márgenes donde se mueve su quehacer cultural, que
representa solo un primer aspecto, seguido por una serie de sucesos y cambios
que han ido configurando este sector empresarial.
“A lo largo de estos últimos veinte años, el mundo de la
edición independiente se fue conformando en un polo organizado que ha
contribuido a transformar significativamente el espacio editorial nacional” (Symmes, 2013, p. 132). Ellos tienen un poder, que es de la
convicción sobre la necesidad social de los libros, que determina el
pensamiento y cualquier tipo de poder requiere promocionarse así mismo, para su
propia validación.
Las editoriales Independientes emergen para contrarrestar un
poder dominante, ejercido básicamente por los medios de comunicación de masas. Bustamante
y Symmes (2013) plantean que estas editoriales
-fortaleciendo su trabajo en redes- tienen una suerte de militancia cultural
que los ha dotado de un importante capital
simbólico, adicionalmente señalan: “Los editores independientes chilenos
se posicionan de manera local reivindicando, frente a los responsables de las
instituciones encargadas del sector de la cultura de su país, la necesidad de
contar con políticas públicas que resguarden la producción cultural nacional”
(p. 92).
Este
capital simbólico representativo e identitario, atribuible a la diversidad
cultural, dice Symmes (2013), no es otra cosa que la
defensa de la autonomía cultural de los países, en contraposición a la
transversalización cultural. Se
trata de una escritura sobre aquellos fenómenos sociales que irrumpen en un
espacio y tiempo determinados, que parecieran no ser observados, ni
representados por las grandes editoriales.
En este plano, Indri (2024),
analiza publicaciones literarias de editoriales independientes destacando
narrativas de la memoria que recuperan la intervención de mujeres en los hechos
históricos y políticos en la región durante el proceso independentista, es
decir, que irrumpen con la representación de fenómenos no hegemónicos. Las
grandes editoriales, dice la autora generalmente buscan homogeneizar las
voces.
Las editoriales independientes o autogestionadas comenzaron
a ser muy llamativas en la última década del siglo pasado, a partir de la
globalización y concentración económica de las empresas culturales en América
Latina, se multiplicaron considerablemente a principio de los años 2000, en
condiciones que favorecieron formas de activismo frente al mercado globalizado
de bienes simbólicos. En la actualidad, pese a la nueva crisis que afecta al
sector editorial, por el incremento de los costos de producción y la caída en
las ventas, la heterogeneidad de proyectos editoriales va en aumento y se
percibe como un signo de libertad y desarrollo para producir por fuera del
mainstream literario, dicen Coppari y Vigna (2020).
Un fenómeno interesante, derivado de la gestión de estas
editoriales, son las ferias que van organizando en los diferentes espacios y
localidades, donde comparten espacios de ventas, provocándose una irrenunciable
asociatividad y cooperativismo (Coppari 2024).
Las editoriales independientes pasan a constituir el sector
de la industria cultural en Chile o lo que hoy se llama industrias creativas lo
que se ve incrementado con la Ley Nro. 19.227 de Fomento al Libro y la Lectura,
del año 1990.
Si bien las editoriales independientes, pareciera que tienen
muchas complicaciones para vender sus libros, lo paradójico es que son el
sector dentro de las industrias creativas con mayor prospección industrial (Consejo Nacional de la
Cultura y las Artes - CNCA, 2014).
Fuentes
et al. (2015), confirman que el fenómeno de la pequeña edición y microedición en Chile emerge en el siglo XXI, en particular
en el año 2008; un 2% se fundó entre 1983 y 1989, un 4% entre 1990 y 1999, un
10% entre el 2000 y el 2007 y un 83% entre el 2008 y el 2014. El 2012 fue el
año en que más editoriales (28) fueron fundadas. Existe una fuerte concentración en la Región
Metropolitana, que alcanza el 76%. Con porcentajes muy inferiores, le sigue la
Región de Valparaíso (13%) y la Región del Biobío (4%). A nivel comunal se
constata que existen pequeñas editoriales en 38 comunas, un 11% de las
existentes en Chile. Si se atiende específicamente a las comunas de la Región
Metropolitana, nuevamente se aprecia un fenómeno de concentración,
principalmente en Santiago (25%), Providencia (22%) y Ñuñoa (18%).
Para el
periodo posterior a la pandemia la Asociación de Editores Independientes,
Universitarios y Autónomos de Chile, hace una encuesta entre sus asociados,
para ver el impacto de esta entre sus editoriales (Unesco, 2023). Fue respondida por el 35% de sus integrantes,
los principales resultados fueron; El 93% de quienes respondieron la encuesta
declararon ser micro, pequeña o mediana empresa y que, aunque existen
editoriales grandes, en general la mayoría son MIPYMES. Por otra parte, solo el
26,7% declaran vivir exclusivamente de los ingresos de la editorial, el resto,
parcialmente. Sobre las ventas de libros se pudo observar una disminución del
7% en el 2020 con respecto al año anterior. Una gran mayoría de las editoriales
(80%) dijo que tuvo que hacer algún tipo de disminución, como dejar de publicar
libros, terminar o modificar contratos de colaboradores, acogiéndose a la ley
de protección del trabajo o tuvo que dejar el espacio físico de la oficina como
gasto recurrente. Un dato muy interesante es que en el 2019 el 43,3% contaba
con libros en formato digital y en el 2020 aumentó al 77% (Unesco, 2023).
CRONOLOGÍA DE LAS EDITORIALES INDEPENDIENTES EN CHILE
Como se puede observar en la
figura 1, en el desarrollo histórico de las editoriales
independientes, se pueden destacar 7 periodos, contados desde la
independencia hasta la primera década del 2000 aproximadamente.
Figura 1
Hitos relevantes en la historia de
las editoriales independientes en Chile
Fuente: elaboración
propia.
PERIODO: DE LA
INDEPENDENCIA
Hacia fines del siglo XVIII, ya
con influencias de la Ilustración, el libro era el reflejo de nuevas ideas y
fue adquiriendo una creciente importancia en la vida cultural chilena. La
posesión de libros funcionó como un elemento aglutinador de una élite constituida
por abogados, obispos y profesores de la Universidad de San Felipe quienes,
lentamente, a través de la adquisición de libros, abrazaron el nuevo espíritu
de las luces (Memoria Chilena, s.f.).
La primera imprenta llega a Chile,
por encargo oficial del gobierno encabezado por José Miguel Carrera, desde
Estados Unidos (Bragassi, 2010) y se establece en un
local de Santiago de la Real Universidad de San Felipe, teniendo como primer
producto, la publicación del primer periódico nacional “La Aurora de Chile”. Periodo
fuertemente influenciado por el desarrollo intelectual de la época; al respecto
Bello (1843), expresaba: “Yo ciertamente soy de los que miran la instrucción
general, la educación del pueblo, como uno de los objetos más importantes y
privilegiados a que pueda dirigir su atención el gobierno” (p. 1). Este
extracto del discurso inaugural de Bello, pronunciado en la universidad de
Chile, pone de manifiesto un accionar intelectual, que resulta motor de todo
desarrollo lector y editorial.
PERIODO: 1930 –
1950
Subercaseaux (2010) plantea que se
produce una expansión editorial que ha sido considerada –teniendo en cuenta la
atrofia posterior– como la época de oro de la industria editorial y del libro
en Chile. La actividad editorial ya se ha constituido plenamente en su sentido
moderno. Como Zig-Zag y Ercilla, con proyección en el
mercado hispanoamericano y otras medianas, de carácter familiar, como
Nascimento y Letras.
La época de oro del libro en Chile
fue entre 1935 y 1950, cuando España y Europa pasaban por grandes dificultades
y Argentina y México no tenían todavía una política de protección al libro.
Editoriales chilenas como Ercilla y Nascimento, llegaron a tener sucursales en
varios países de América Latina (Subercaseaux, 2010).
PERIODO: DÉCADA
DEL MIL NOVECIENTOS SESENTA Y MIL NOVECIENTOS SETENTA
Durante este tiempo el impulso de
las editoriales es consecuencia en gran medida del llamado boom
latinoamericano, marcado por un fuerte surgimiento de un círculo de
intelectuales connotados como Alejo Carpentier y Gabriel García Márquez, entre
otros (Guillén, 2021). Década en que
acontece la revolución cubana, alrededor de ella se polarizó la intelectualidad
latinoamericana de la época (Pedemonte, 2017). La Habana se convirtió en la
capital cultural y política de los escritores del período. A principio de los
años 60, el espaldarazo que los escritores hispanoamericanos (sobre todo, los
no cubanos) dieron a la Revolución fue enorme y frente a ese proceso político,
se enaltecen una serie de escritores e intelectuales de la época (Salvador,
2017).
PERIODO: MIL
NOVECIENTOS SETENTA AL MIL NOVECIENTOS SETENTA Y TRES
En el año 1970 los trabajadores de Zig-Zag se mantenían en huelga, según Campillo (citado por Lawner et al., 2008), en el contexto de una crisis
terminal, que la llevaría a la quiebra. Ante esta situación el presidente
Salvador Allende toma la decisión de comprar la editorial y forma la Empresa
Editora Nacional Quimantú Ltda., que publicó una
serie de obras clásicas y contemporáneas de literatura e historia, textos
científicos, libros de arte, revistas para jóvenes, mujeres y niños, en tiradas
de decenas de miles de ejemplares a bajo costo y fácil acceso, distribuidos en
librerías y kioscos (Montesinos, 2020). De acuerdo a Bravo (2013), el
presidente Allende pretendía que la Editorial Quimantú,
contribuyera a amplificar los horizontes intelectuales y culturales de la
nación.
PERIODO: DE LA
DICTADURA MILITAR
Las principales editoriales desaparecieron,
quedando en circulación básicamente aquellas que producían textos
escolares. La dictadura militar en Chile
generó un quebrantamiento no solo de la institucionalidad, sino que además en
el ámbito cultural, generándose una desarticulación del sector, lo que
Subercaseaux (2010) llama negación. La editorial Quimantú,
cambia de nombre al de Gabriela Mistral, y el año 1976, la Corporación de
Fomento de la Producción (CORFO), subasta esta editorial que es adquirida por
imprenta y litografía Fernández, que como bien indica Subercaseux
(2010), carecía de experiencia y capital de trabajo. Como consecuencia se lleva
a efecto, masivos despidos. Ese mismo
año se comienza a aplicar el impuesto (IVA) al libro.
El año 1981 se crea Arrayan
Editores que edita libros de investigación.
Ya a principio de los ochenta, de la mano de las movilizaciones
sociales, comienzan a surgir una serie de publicaciones, bajo el alero de organizaciones
no gubernamentales, gran parte censuradas por la dictadura, pero que
indudablemente constituyen la base de una serie de editoriales que surgen en
esos tiempos y que logran fortalecerse durante los años noventa.
Después de los impactos culturales
acaecidos durante este periodo, la recomposición de la industria resulta
realmente compleja. Lo más elocuente para entender esto lo expone Aldea (citado
por Subercaseaux, 1993):
Fueron previamente sometidos a rigurosos análisis de mercado y los
resultados obtenidos determinaron los títulos definitivos, el formato, los
diseños de portada y el tiraje. Las investigaciones comenzaron a realizarse en
septiembre del año pasado con encuestas en colegios, barrios y entre los
clientes que acuden a la Feria Chilena del libro. (p. 20)
Acá se expone el lanzamiento de nuevos títulos
de su Editorial Renacimiento, donde se adopta un claro enfoque de mercado.
PERIODO: FINES
DE LOS AÑOS OCHENTA Y PRINCIPIO DE LOS AÑOS NOVENTA
En esta época, las expectativas de democracia,
el retorno paulatino de los exiliados, la demanda por libertad de expresión, y
por ende de publicación, provoca el surgimiento de una serie de editoriales
independientes. Según Pinto y Undurraga (s.f.), en este periodo se acentúan los
matices del libre mercado, en el ámbito editorial, consolidando a los grandes
grupos transnacionales. En paralelo y al margen de los grupos económicos,
surgieron numerosas editoriales independientes, hechas con más esfuerzo que ambiciones
lucrativas. Estas editoriales son: Altazor, Bravo y Allende Editores,
Contrabando del Bando en Contra, Forja y Frasis, Dolmen, Cuarto Propio, Carlos
Porter, Animita Cartonera, Forja y Frasis, y Barba de Palo. Lo interesante en
el proceso, es cómo unas van impulsando a otras a medida que se van formando,
no son procesos aislados, tal cual muestra la figura 2. Quizás la precariedad
las tiende a unir, como ocurre con todo proceso organizacional como lo define Simon (1998).
Primeras
Editoriales
Fuente: Elaboración propia.
PERIODO:
PRIMEROS AÑOS DEL 2000
Las primeras iniciativas concretas respecto
del libro, surgen desde instituciones privadas, como por ejemplo la llevada a
cabo por la Fundación Chile 21, que convocó el año 2001 a distintos actores del
mundo editorial para reflexionar en torno a la situación del libro y la
lectura, que fue plasmado en una publicación:
Durante un año funcionó la Mesa del Libro, bajo la responsabilidad y
coordinación de Chile 21, con representantes de editoriales nacionales y
extranjeras asentadas en Chile, distribuidoras, librerías y autores, con la
participación de la Asociación de Editores Independientes, Universitarios y
Autónomos, hoy Editores de Chile, la Cámara Chilena del Libro, y del Consejo
Nacional del Libro, así como con algunos invitados del sector público en
calidad de interlocutores, para aspectos ligados a las características
industriales y comerciales del libro: financiamiento, normas legales,
distribución, transportes y promoción de exportaciones. (Fundación Chile Veintiuno y
la Asociación de Editores de Chile, 2005, p. 11)
Así se puede ilustrar tres
periodos clave de la edición chilena, en los últimos tiempos, tal como lo refleja la figura 3.
Figura 3
Etapas clave de la edición chilena
Fuente: elaboración propia.
SITUACIÓN DE
LAS EDITORIALES INDEPENDIENTES EN CHILE, DURANTE LA PRIMERA DÉCADA DEL 2000
De acuerdo con la realidad
estudiada, actualmente existen tres agrupaciones de editoriales independientes,
las que se detallaran a continuación:
Asociación de Editores Independientes, Universitarios y Autónomos
A fines de la dictadura y durante los años noventa surge una
serie de editoriales, que vienen a rescatar lo que Subercaseaux (2010) llama la
ilustración del libro y que posteriormente se autodenominan como editoriales
independientes. En su mayoría son pequeñas editoriales con una clara línea
editorial, que se plantean con una postura diferente respecto del mercado y con
un sentido más bien crítico que buscan la forma de sobrevivir y son la
Asociación de Editores Independientes, Universitarios y Autónomos, constituida
el 3 de octubre de 2001;
Los principales
objetivos de los Editores de Chile son promover el desarrollo de la industria
editorial nacional y latinoamericana, fortaleciendo los lazos de colaboración e
intercambio; fomentar la diversidad cultural desde una perspectiva humanista,
democrática, plural y latinoamericana; impulsar el rol del libro y la lectura
como medio de desarrollo integral del ser humano y soporte de una sociedad
ciudadana; promover y realizar actividades que fomenten la consolidación y
apertura de mercados para el libro, lo que incluye la edición y distribución de
libros, producción de foros, seminarios y presentaciones; también promover y
proteger los derechos de autor y editoriales, particularmente frente a la
piratería. (Alianza internacional de editores independientes, s.f.)
Hoy en día son ampliamente reconocidas, con características
de medianas y pequeñas empresas, motivadas según ellos expresan en su página web; “por el compromiso con los
lectores y su relación con el libro, como fuente y vehículo cultural y
educativo, constructor de identidades, soporte de pluralidad y diseminador de
diversidad. Desde entonces, su labor ha
sido la de constructores culturales, que a través de la palabra escrita
extienden puentes de comunicación y reflexión, sugiriendo temas, incitando al
debate, buscando ideas y talentos que de manera permanente recreen la humanidad
individual y colectiva de Chile”. Esta asociación cuenta con un directorio,
compuesto por 7 personas, conducido por un presidente, además de tener un
representante en el Consejo nacional del Libro y Lectura del Ministerio de
Cultura de Chile.
Posteriormente, para los Editores de
Chile surgió la necesidad de incorporar al trabajo realizado un Área de
Profesionalización. Su objetivo fue apoyar una mejor integración y
participación de todos sus asociados en ámbitos que facilitarán directamente la
gestión editorial y el desarrollo de una plataforma de negocios. Ellos entienden como plataforma de negocios a
la generación de una serie de iniciativas que les ayuden a distribuir sus
libros. Lo que en términos prácticos se
ha traducido en una serie de postulaciones de diversos proyectos a organismos
del Estado (CNLL. Prochile, entre otros), lo que les
ha permitido participar en diversas Ferias del Libro a nivel internacional.
Entre las actividades más destacadas
que han realizado están:
Encuentros con el Libro Chileno, en
la zona norte y sur del país, financiados por el Fondo del Libro 2009 y 2010.
Su objetivo fue implementar sistemas de ferias itinerantes en diversas ciudades
y ejecutar un interesante programa cultural, acompañado por una completa
muestra de libros de editoriales de la Asociación.
El año 2010 se inició con un
importante desafío, la implementación de LEA +. Librería de los Editores
Asociados en el Centro Cultural Gabriela Mistral. Esta iniciativa permitió un
importante posicionamiento comercial y se convirtió en un espacio único de
difusión cultural para las editoriales independientes de Chile.
Siempre han realizado un intenso
trabajo, para potenciar discusiones relacionadas al área Políticas Públicas,
retomando el trabajo en relación con la disminución del impuesto al libro,
planteando posiciones en torno a las legislaciones relacionadas al libro y la
lectura, ya para el año 2021 eran más de 100 miembros (Unesco,
2023).
Cooperativa de Editores de La Furia
Existe otra agrupación de editoriales, en general de
carácter micro editoriales, agrupadas en la cooperativa la Furia de Libro, que
tienen un carácter más relevado y que visualizan el instrumento libro como un
canal de mensaje no solo desde la escritura, sino que además un instrumento de
creatividad por sí solo. Esta surge desde una feria del libro, que realizaron el año 2008, en el barrio Lastarria y que
recibió 900 personas en tres días, lo cual fue un éxito, para el momento. Según
Galo Ghigliotto uno de los organizadores, el nombre
Furia del Libro responde a la trágica situación del libro, menciona “Nos da
rabia vivir en un país que se cree desarrollado, pero tiene un 19% de impuesto
al libro”, agrega Ghigliotto, quien además es editor
del sello independiente Cuneta, junto a su socio Arturo Aguilera” (La Tercera,
2011, párr. 3). Estas editoriales surgen a partir del año 2005
aproximadamente, y se autodenominan independiente, con líneas editoriales
claramente críticas, y obviamente con muchas dificultades para sobrevivir en el
mercado. Ponen en el mercado un objeto libro, no tradicional, sino
estéticamente diferente, donde el diseño era un aporte fundamental. Todas ellas
se agruparon en torno a la Feria del libro que denominaron la Furia del
Libro.
Feria del Libro Independiente y Alternativa (FLIA)
Chile
Por su
parte la FLIA realiza anualmente varias ferias de los libros y ensalzan la
contracultura como emblema, según Template (2012),
son un grupo de editoriales amigas que se han reunido en Chile para levantar la
FLIA. En Chile, argumenta que el número de publicaciones independientes ha
crecido considerablemente en los últimos años, pero aún hay enormes problemas
de difusión y los pocos espacios que se han logrado abrir no tienen la
periodicidad suficiente como para mostrar masivamente el trabajo o bien están
insertas en el circuito de las ferias de libros con costos imposibles de
recuperar para las microeditoriales y lógicas que no los
representan. También se enfrentan al problema de la pérdida de los espacios
públicos, en los que resulta casi imposible levantar una feria callejera. Por
eso y porque comparten el espíritu de FLIA intentan abrir ese espacio
permanente y público en base a la autogestión.
Esta
es una organización, quizás no formal, pero representativa de ciertos sectores
como dice Drucker (1992), su existencia se hizo sentido en los medios y en
espacios de ventas reducidos y dirigidos.
En resumen existen dos agrupaciones
consolidades reconocidas y formalizadas y una con grados de reconocimiento,
pero no formalizada. Cuando Aguilera (2013) analiza la
existencia de esta editoriales, focalizando su surgimiento entre los años
noventa y principio de los dos mil, se
limita a un análisis cultural y de política pública, lo cual resulta ordenador.
Sin embrago, este sector se ha traducido en un fenómeno social, propio de los
tiempos que se viven, donde la opinión pública no es una sola, es diversa y
vertiginosa, marcada por una pandemia reciente, como bien lo expresan Palomino
y Ruiz (2022). Los autores denotan una forma de reconocimiento de los
discursos, agrupándolos en tres grandes fuentes: la academia, la prensa y las
redes sociales. Estas editoriales pueden no ser un tema dominante en estos
discursos, pero son parte recurrente.
Si
bien en un principio los sellos independientes eran minoría, en la actualidad
representan un territorio heterogéneo, quizás mayoritario en cantidad de
organizaciones, que los diferencia sustancialmente de los grandes
conglomerados. Estudiar este fenómeno medular al observar los cambios
sistemáticos y procedimentales de la industria del libro en Chile durante el
siglo XXI, dice Lacroix (2021).
CONCLUSIONES
El carácter independiente de los nuevos editores se
comprenderá entonces, a partir de su oposición a los grandes conglomerados de
edición de carácter transnacional, expresado así es un sector de la sociedad
que representa un área importante de desarrollo, pareciera en una primera
instancia que carecen de una iniciativa
que los fortalezca y les dé un protagonismo como punta de lanza en la
producción y distribución de libros en Chile, sin embargo, ellos llegaron para
quedarse y se han constituido en un grupo determinante en la cultura nacional.
Si bien el camino recorrido no ha sido fácil, han logrado dar un salto
cualitativo, para tender al profesionalismo en la distribución del objeto
libro.
Este trabajo no ahonda en procesos culturales, ni en
análisis culturales; solo se sirve de ellos, para dar cuenta de un fenómeno
editorial emergente a fines de la dictadura y la explosión de ello, ya en
democracia. Su centro, por tanto, son las editoras y editores que se hacen
espacios en el mercado. Así proyectado, el siguiente desafío, es denotar el rol
de estas editoriales, en cuanto a empresas que conforman una industria.
Entre los resultados más significativos de esta
investigación, se pueden destacar la trayectoria editorial determinante que
Chile tuvo antes de la dictadura, y cómo una serie de editoriales surgen a
pesar de ella, que además aumentan de manera exponencial, durante la
democracia.
También se puede afirmar que la diversificación de pensamiento y
conocimiento provoca indudablemente, la edición y publicación de libros. Además
este estudio es relevante porque connota un sector, que compone la industria
cultural o las industrias creativas de Chile, considerando su rol de micro,
pequeña y mediana empresa económica y cultural.
Todo lo estudiado indica, entre otros aspectos
fundamentales: elementos organizaciones
y de gobernanza interna y externa muy acentuados -quizás propios o peculiares-
resultan interesantes de abordar en futuros estudios.
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[1] Doctora
en Ciencias de la Administración. Profesora Universidad de Santiago de Chile, ORCID:
https://orcid.org/0009-0003-1073-3064 - ana.perez.s@usach.cl
[2] Doctora
en Ciencias Sociales. Profesora e Investigadora Universidad Tecnológica
Metropolitana, Chile, ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3825-5781 - wsuarez@utem.cl
[3]
Doctor en Gestión Estratégica y Negocios Internacionales. Profesor Titular
Facultad de Educación y Humanidades, Universidad de Tarapacá, Chile (autor de
correspondencia), ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9325-6459 - franciscoganga@academicos.uta.cl